El tercer pique logró rápidamente ponerme atento y en alerta. El ruido del reel y la línea corriendo entre mis dedos consiguieron que me desenchufara de inmediato; que dejara atrás las preocupaciones laborales y me concentrara solo en disfrutar los días por venir. Venía despistado, hacía pocas horas que me había bajado del avión y desde septiembre que no pescaba. Había perdido dos piques, y estaba resuelto a ganar en la tercera.

Volvió a pasar y echándole la culpa a la mosca y a no sé cuántas otras cosas más, cambié la que venía funcionando bien. Claramente no estaba clavando como debía. Saqué la Matuka verde oliva en tamaño #8, y empecé a probar una tras otra una pequeña selección de moscas nuevas que había empezado a atar en marzo.

El Malleo al principio de temporada permite por lo general ser bien pescado de varias formas, y que cada uno, fiel a su estilo, pueda ir encarando el río como más le guste. De todos modos, al margen de cómo uno decida pescarlo, es importante empezar probando con sigilo desde fuera del agua las orillas ya que bien cerca suele haber buenas truchas. Por lo general se pueden ver bien las truchas, y cuando no es importante encarar el río con cautela. También da buenos resultados aprovechar los canales secundarios que vienen bien cargados en esta época.

Éramos cuatro frente al río. La ansiedad de algunos, y la insistencia en lugares que prometían trofeo por parte de otros nos fue separando. En mi caso me ganó la ansiedad. Algunas porciones del río pescando hacia arriba atrás de grandes rocas o debajo de los árboles con mosca seca, y otros sectores con ninfa o tirando algún buen atractor. Puntualmente disfruto mucho tirar moscas debajo de los árboles río arriba. Hay buenas truchas, pero exigen un primer tiro certero. Es importante estar atento al momento que calma un poco el viento para poder apoyar leaderes largos donde corresponde. La impaciencia a veces lleva a dejar todo enganchado en ramas en los bordes. En estos casos uso mucho Adams, o moscas de CDC chicas.

Había logrado entrar en calor y ya había sacado un par de buenas truchas. Me encontré pescando solo, y me había ensimismado tanto que no sabía ya ni dónde estaba el resto. Sin poder evitarlo, una gran emoción se volvió mí compañera después de continuar sacando unas buenas truchas. Las estaba sacando con mi caña que me había regalado mi primer y gran compañero de pesca y quien me inculcó de chico la pesca con mosca. Tardes en que después del colegio me llevaba para que tomara clases de casteo con uno de sus amigos. Nuestras últimas conversaciones fueron todas relacionadas a la pesca. Que cuándo sería mi próxima ida a pescar al sur, y si iba a usar la caña que él me había regalado eran sus mayores preocupaciones. Diez días antes del viaje mi abuelo se había ido, pero lo sentí cerca de mí en cada minuto de pesca. Disfruté cada minuto y rincón del río como nunca. Un lugar donde él siempre estará presente para mí.

El día estaba llegando a su mejor horario. Eran las 8 de la noche y seguía afilado. Las últimas horas había ido río arriba y volvimos todos a encontrarnos. Ahora tocaba compartir. Volví a mi Matuka del principio, y en un mismo pozón tuve dos muy lindas marrones. Ambas muy cerca de la orilla, justo sobre la parte más lenta de la corredera, pegado a la correntada central o más fuerte. Casi siempre, las Matukas o Streamers que uso son sin lastrar por lo que las moscas van bien cerca de la superficie. El final del día fue ideal para cerrar pescando arriba. En este caso usé unas PMX bien chicas, asegurando que tenga un color que me permita seguir la mosca con poca luz.

Un buen asado, anécdotas y un nuevo día que se presentó similar. Con la actividad fuerte más concentrada a la tarde, que disminuyó en ciertos horarios, pero no cortó en ningún momento. Otros sectores y la tarde volvió a sorprendernos con una muy buena actividad de marrones. Nuevamente mi Matuka verde se llevó todos los premios.

Hasta la próxima pesca y gracias Boy (mi abuelo).