A principios de Agosto, junto a un grupo de amigos y amigas, partimos a Panamá a pasar unas vacaciones. No era un viaje de pesca, pero no pude evitar llevar un equipo conmigo para mojar alguna mosca cuando tuviera oportunidad. Preparé un par de cañas, reeles, una caja de asalto con un surtido variado de moscas y una riñonera con lo básico.

Los primeros tres días, alquilamos un velero para recorrer las islas del archipiélago de San Blas (también llamadas Gunayala). El mismo está conformado por 360 islas, donde algunas de ellas tienen apenas 50 metros y unas pocas palmeras. Antes de salir pregunté cuál era el sector menos poblado del archipiélago, y me recomendaron ir al sur, a las Islas Holandesas. Hablé con el capitán del barco y me dijo que el viento era óptimo para una buena velocidad de navegación, asique decidimos ir a ese sector. Paramos en un lugar de fondeo llamado “The swimmingpool” (la pileta) en alusión a un gran sector entre dos islas donde apenas hay 5 metros de profundidad con agua totalmente cristalina, justo frente al reef que separa el archipiélago del mar abierto.

En las islas viven los indios Kuna, quienes hacen centenares de años que habitan la región. Se trata de una comunidad con leyes independientes al gobierno de Panamá, que viven casi exclusivamente del mar. Se trasladan en largas canoas de madera, algunas motorizadas y otras simplemente a remo. Es realmente interesante ver como conocen el mar, donde encuentran langostas y cangrejos, como así también observar sus distintas técnicas de pesca.

Una vez en las Islas Holandesas, no muy lejos vi un flat. Arme mi caña, y le pedí al dueño del barco si me podría arrimar con un pequeño bote y volverme a buscar una horas más tarde. Cuando llegue al flat, decidí sentarme un rato en unas rocas que apenas salían del agua y simplemente mirar que pasaba. Pasaron pocos minutos y en la punta del flat veo unos tailings, que no puedo reconocer bien. Me voy acercando despacio mientras que ellos vienen nadando en mi dirección lentamente, hago un tiro unos metros más corto y dejo una imitación de cangrejo en el fondo. Se acerca, realizo un par de movimientos de mi mosca y uno de ellos ataca! Lo clavo y sale nadando a toda velocidad para el borde del flat, casi sin darme tiempo pasa por un reef y me corta. Fue una buena recepción y pensé que iba a ser fácil pinchar otro. Al rato se levanta mucho viento y se larga a llover, asique me vuelvo al barco. A la noche pensé; “mañana tengo que estar ahí apenas sale el sol”, asique arregle con el capitán que me despertaría temprano para ir al flat. Mirando un libro de peces de la zona, llegue a la conclusión que eran triggerfish estos esquivos contrincantes.

A las 6am del día siguiente ya estaba en el flat. No había una gota de viento, y la superficie del agua era un aceite y a cada rato volvía a ver estos tailings en distintas partes del flat. Trataba de acercarme sin hacer el más mínimo ruido y en muchas oportunidades se espantaban antes de tenerlos a distancia de tiro. Cuando lograba acercarme, aún en mis mejores presentaciones no lograba engañarlos. Podía verlos como miraban la mosca y se iban. Cambie moscas, afine tippet, probé distintas formas de strips y lo máximo que lograba eran seguidas que finalmente abortaban a último momento. Luego de tres horas volví al barco sin poder siquiera pinchar uno. Al día siguiente el clima se puso muy feo y decidimos volver.

De vuelta en la ciudad de Panamá, no puedo dejar de mencionar el casco histórico de la ciudad declarado patrimonio de la humanidad. Sus calles y edificaciones coloniales son realmente espectaculares. Leer su historia es realmente interesante.

La segunda parte del viaje nos fuimos a Gaboa, cerca de la primer exclusa del canal de Panamá del lado del Pacifico y aprovechamos para visitar la misma. Pensar que dicha obra se realizó hace 100 años es realmente una hazaña de la ingeniería moderna. Allí nos quedamos en el Gaboa Rain Forest resort, cuya propiedad está sobre la costa del río Changres. El mismo desemboca en el lago Gatún, un embalsado que cuenta con 425 kilómetros cuadrados de superficie y sirve como tramo de la vía navegable del canal de Panamá.

Apenas me registré en el hotel me fui a hablar con el jefe de la marina. Tardamos solo unos minutos en arreglar una salida para la mañana siguiente. La sensación de pescar con mosca en un lugar con tanto tránsito de buques comerciales en medio de una húmeda selva tropical me resultó sumamente atractiva.

Al ser un curso inundado hace tanto tiempo, en sectores donde antiguamente había bosque, tiene troncos por todos lados y una gran cantidad de brazos y recovecos que sirven como refugio a distintos animales. Algunos de los que vimos fueron Monos, Cocodrilos, distintas variedades de Iguanas, Tucanes y Águilas caracoleras. En el lago hay Tucunarè (o Sargento como lo llaman los locales), Tarpones y Snooks. Nosotros solo vimos Tucunares.

Luego de recorrer varios brazos del lago y no dar con ellos, finalmente a los lejos vemos unos splashes de aguas, nos acercamos y vemos que son pequeños Tucunarès cazando aguaciles! No tenía en mi caja imitaciones de estos, por lo que até a mi tippet un Popper que era lo más parecido o mejor dicho al menos el parecido era que flotaba. Ahí nomás empezaron los piques, todos exactamente del mismo tamaño. Fue realmente divertido ya que al ser agua totalmente transparente, veníamos como venían, se frenaban, miraban la mosca por un segundo y atacaban. Seguimos navegando e investigando, en busca de Tucunares de mayor tamaño pero no logramos dar con ellos. Según me contaba el guía, los hay de hasta 3 kilos.

Volviendo, nos agarra una fuerte lluvia. Hacía tanto calor, que a uno no le daba ganas ni de ponerse una campera, con lo cual me moje contento mientras que íbamos a una isla donde habitualmente se ven monos. Cuando llegamos junto al guía fuimos testigos de algo único: hay Iguana comiendo frutos en la copa de un árbol como a unos 30 metros de altura, en eso un mono viene a toda velocidad y el guía me dice “se la va a comer”, la iguana viendo su final a pocos segundos no lo duda ni un segundo y se arroja del árbol cayendo en el agua a escasos metros nuestros. Sin casi perturbarse sale nadando hacia la costa. Un cierre perfecto de un lugar mágico. Espero volver pronto.