Recuerdo cuando empecé a pescar con mosca, mi padre me hablaba del Río Traful como un lugar mágico, único, el cual a su entender no podría ser más perfecto para pescar con mosca. Después de haber andado por distintos lugares de la Patagonia creo que tenía razón con esa apreciación. Todo lo que pasa en ese río tiene una magia especial; supongo que es la suma de un conjunto particular de pequeñas cosas: la tranquilidad del ambiente, el bosque que lo rodea, sus enigmáticos pozones, sus barrancos de tierra o sus grandes piedras. No lo sé, lo cierto es que además de sus cualidades naturales allí habitan los míticos salmones encerrados.

Enero de 2015. Hablo a Fernando “el Gallego” González, guía y amigo con quien he compartido muchas pescas de dorado en Esquina en Corrientes, esta vez para pescar en el Río Traful. El pronóstico era perfecto; día soleado y sin viento, serían una combinación ideal para poder ver los salmones con la superficie del agua bien tranquila.

Por la mañana fuimos a pescar al primer pool del río, justo después de su embocadura. Apenas llegamos vemos algunos salmones pegados al fondo, totalmente estáticos, en apenas 80cm de agua. Nicky Cetra, otro amigo que se ha sumado a la salida, empieza casteando. Desde la piedra de enfrente que está en altura, en cada tiro veo su ninfa que pasa cerca pero el salmón se muestra totalmente ajeno. Sigue intentando y finalmente toma el primero. Da una buena pelea, algunas fotos y vuelve al agua. La mañana terminó con varios piques más y algunos lindos salmones fuera del agua. Por la tarde fuimos a otro sector del río, el pozón del campamento, un lugar realmente imponente. Allí salieron algunos salmones más de menor tamaño.

Empieza a caer la tarde, y una leve brisa ralla la superficie del río y se complica para verlos. De pronto vuelve la calma, y en el final del pozo veo dos salmones muy grandes! Empiezo a tirarle a uno y no hay caso, pruebo todo tipo de moscas; una y otra vez estas pasan cerca pero no logran llamarle la atención.

Sobre el final, cuando faltaba poco para irnos, pruebo con una ninfa que el Gallego me había recomendado esa misma mañana. Luego de algunos tiros, de repente mi línea se frena! Levanto la caña para clavar y el salmón salta a pocos metros mío. Ni bien entra al agua, sale nadando a gran velocidad totalmente enfurecido mientras escucho mi reel de fondo que no para de sonar. Me doy cuenta de que no puedo controlarlo y por suerte para. Lo veo lejos y lo primero que pienso es que con mi equipo #5 y mi tippet 3x estoy en problemas. Lo empiezo a acercar y sale a toda velocidad nuevamente, lo veo saltar varias veces y cada vez que cae al agua su chasquido retumba en la gran piedra que tengo enfrente. La escena es perfecta, difícil de olvidar.

La pelea transcurre con gran tensión hasta que logro acercarlo. Pareciera que está “rendido” a nuestros pies, es probablemente el salmón de una vida, la emoción me invade y no puedo evitar estar muy nervioso, descargando la adrenalina de lo minutos previos. El Gallego va a agarrarlo y el salmón al sentir su presencia se da vuelta y sale nuevamente nadando a toda velocidad, como si nada de lo anterior hubiera pasado y la pelea comenzara nuevamente. Antes de terminar la corrida y aún con tensión en la línea, siento al Gallego decir “se fue”. Pasaron pocos segundos, y suelta mi mosca! No podía entender qué había pasado, nunca vi un pescado sacarse una mosca de esa manera en plena carrera. Me quede temblando, en shock, sin explicaciones, repasando mentalmente a toda velocidad todo lo que había pasado en apenas unos minutos.

Recuerdo que ya llegando a Bariloche con el auto seguía repitiendo en mi cabeza una y otra vez las imágenes de las corridas y saltos. Aún hoy sigo cerrando los ojos y puedo recordar cada detalle de ese momento.

Pasó un año desde aquel momento, y nunca paré de pensar en volver a buscarlo. Así que en enero de 2016 hablo nuevamente con el Gallego para hacer una pesca. Este año, con el río más alto y con muy buen tiempo en los días previos son pocos los salmones que han entrado al río. Pescamos toda la mañana y no tenemos piques, así que nos vamos para la boca. Solo se ven algunos y después de mil intentos con distintas moscas, ¡no hay caso! Así son estos peces. Después de un rato, el Gallego finalmente logra pescar uno, que termina siendo el único del día.

Vadeamos un poco río abajo y, sobre la margen contraria a la que estamos, detrás de una piedra, el Gallego ve un salmón muy grande. Me aclara que es el más grande que ha visto en sus guiadas en esta zona. Cuando trata de arrimarse, este se espanta y desaparece. Fue un “acá estoy”, como para dejar en claro que tenemos que volver a buscarlo otro año… la ilusión de volver a cruzarlo sigue viva.

Arroyo Verde: https://www.flydreamers.com/dl/estancia-arroyo-verde
Fernando "El Gallego" Gonazalez: https://www.flydreamers.com/dg/fernando-hook-gold-outfitters