"Chicos, mas de un 14 no me atrevería a poner como bajo en este coto... Los pepinos que tiene en su interior son de impresión y yo no me la juego ya que puedes perder el truchón de tu vida como no estés bien preparado". De esta manera nos iba poniendo Paco en antecedentes sobre lo que nos podíamos encontrar en esta parte del Tormes.

En verdad, tengo que reconocer, las ganas que tenía de conocer este río tanto por sus truchas, famosas por su librea tan especial, como por la fisonomía del propio escenario, un río de llanura anchísimo y que, a priori, representaba para mi el reto de iniciarme en esta clase de escenarios teniendo en cuenta que mis experiencias se centraban en ríos no mas anchos de 15 o 20 metros. De echo tantas ganas e incertidumbre tenía que, por primera vez en bastantes años, deje mi caña de toda la vida (una 8,5 pies linea 3) a un lado para estrenar una larguísima, para mi, caña de 10 pies línea 4 que me regalaron unas Navidades y hasta ese día aun no había estrenado.

Y llego el gran día, el Tormes nos estaba esperando perfecto de agua y con unos tricopteros volando que hacían que alguna que otra cebada se viera en la inmensidad de este río. Ante tamaña visión, como bien podéis colegir, el ponernos los waders, montar las cañas y salir para el río fue realizado en un abrir y cerrar de ojos.

No hubo mucho que esperar para que Mario cogiera la primera señora del Tormes, aunque no pudo hacerse la foto de rigor ya que al llevarla a la mano esta finalmente se soltó. A partir de ahí el río paro en su actividad y empezamos a pescar al agua en posturas claras y muy sugerentes teniendo en mas de un momento ataques a nuestras secas pero que no se concretaban en nada ya que rechazaban en el ultimo suspiro, así pasamos toda la mañana contabilizando una serie enorme de rechazos y eso que les pasamos a las truchas casi todo nuestro arsenal pero estaba visto que, aunque en principio les llamaba la atención y hacían la intención de entrar, no conseguimos dar con la mosca adecuada.

Tras el paréntesis de la comida volvimos con ansias renovadas esperando ver el tan esperado baile de las señoritas de Tormes en busca de esa emergencia que ha hecho tan famoso a este río, tras esperar infructuosamente que esto se produjera empezamos a buscarlas por abajo y después de mucho bregar y repasar posturas tentadoras finalmente pudimos coger y fotografiar a otra de las truchas de este río.

En resumen, a pesar que el resultado fue parco en capturas, dos entre cuatro pescadores que estábamos allí, las sensaciones que nos dejo a todos el Tormes es la de un río con un potencial enorme y que, si aciertas con el día que sus truchas están por la labor, puedes tener el día de tu vida pescando a seca.