Que treinta años no es nada...
Año 1979, no internet, no TV por cable, recién empezaba la TV color… poco se escribía en las revistas de pesca sobre fly cast y los fly shop eran una utopía. Gracias a vivir en el sur podíamos acceder a alguna línea, reel o caña usada, que comprábamos luego de insistir hasta el hartazgo a los gringos que venían a pescar, lograr tener un wader, los
Seal Dry de látex, era el sueño del pibe y que orgullosamente vestíamos con un
buen par de alpargatas Rueda…fue en esa época que uno de esos gringos me regaló
una revista, la Fly Fishermen la cual atesoré por mucho tiempo, donde vi por
primera vez la foto de un tarpon haciendo acrobacias en el aire con una mosca
en la boca, desde entonces soñé con que algún día yo podría clavar uno de esos
monstruos.

Los años fueron pasando, pero mi ilusión se mantenía intacta, la primera oportunidad fue en Punta Allen, Bahía Asención, en la rivera Maya, México, lugar paradisíaco, como todo el Caribe. Una pequeña villa sobre el mar, calles de arena, cabañas rusticas, y ambiente de pesca… sin experiencia previa fui con mis equipos “pesados” de la Patagonia, una caña #8 con línea de flote y un shooting extra fast sinking, pesqué muchos bones, barracudas y aunque parezca mentira un permit… suerte de principiante en agua salada, pero los tarpon se me negaron…

Luego vino Venezuela, donde el Orinoco llega al mar, otra experiencia increíble, la gente, el lugar… ahora con cañas #8 y #7 de agua salada y líneas tropicales, flote, intermedia y de hundimiento, nuevamente cobré varios bones, snook, barracudas, parrot (peces de arrecife), pero el tarpon no pudo ser, fue entonces que me dije “hay que ir a la meca del tarpon”, el tercer intento fue en IslaMorada, en los cayos de la Florida, mejor preparado cañas #11, #8 y #7 con sus líneas especiales, encaré para los
cayos donde pase 2 semanas, mi guía un colega norteamericano con el cual
habíamos compartido unos días de pesca en la Patagonia, me decía… mirá que hay
buenos bones y snook, también si tenemos suerte podemos intentar con un permit…
pero yo solo quería un tarpon.

Pasamos dos semanas oteando el horizonte, buscando en el golfo o en el lado oceánico, dependiendo de las mareas, formando un cortejo interminable de botes skiff, todos en busca del “plateado”, como todo en USA, la tecnología en su máxima expresión, GPS, ecosondas, cartas computarizadas con los desplazamientos de los cardúmenes, informes radiales cada hora, consultas con otros guías vía celular, etc.…nada sirvió y volví con la frente marchita, literalmente ya que después de tanto
tiempo bajo el sol te queda de esa manera…

Pero como la pesca es insistencia y perseverancia, decidí probar en Cuba, esta vez sería Jardines de la Reina, fue el mismísimo Cristóbal Colón que al descubrir estos cayos y sus bellezas las bautizó.

Empezamos con la programación del viaje junto a un grupo de guías de la zona en diciembre, reservas de pasajes vía Panamá, hotelería, para mí un viaje así debe ser aprovechado al máximo, por eso decidimos llegar a la Habana 3 días antes de la excursión, todo fue detalladamente preparado, cañas, líneas, reels, moscas, (esta vez asesorado por Federico Prato Fly Shop) y todo lo necesario y aun más, para que este fuera ”el viaje”.

Pero contra la naturaleza no se puede, y cuando todo estaba listo… el volcán dijo presente, las cenizas cancelaron todos nuestros vuelos a Buenos Aires, primero la incertidumbre y luego el pánico, vamos en nuestros vehículos, mejor no, bueno vamos en micro… 20 horas y estamos en la capital, llegamos a Ezeiza…vuelo cancelado… qué hacer, ya perdimos un día en la Habana y no sabemos si podremos llegar a tiempo, la
esperanza del tarpon parecía desvanecerse, de pronto un llamado, debemos estar en Ezeiza en 1 hora, ¿para tomar el vuelo? No, para tomar otro micro a Córdoba, quizás si llegamos a tiempo pueda despegar un avión que tienen varado allí, ergo, 9 horas más de micro, llegamos al aeropuerto a media noche, con la duda de si despegaríamos… que sí, que no, que las cenizas, que se vence la tripulación, ¿qué mas?... finalmente el avión decoló a las 5 de la mañana y solo se escuchó un gran suspiro de alivio… ya estamos en viaje.

Llegamos a la Habana, un lugar donde eso de que la primer impresión es la que vale, no corresponde, una vez superado el shock inicial y cuando se empieza a tratar con los cubanos, uno descubre un país maravilloso, hecho por su gente, nunca en mis viajes conocí personas tan amables, educadas y hospitalarias, cargan sobre sus espaldas una pobreza que duele, pero con una dignidad admirable, pueblo orgulloso de su historia y
perdidamente enamorado de su tierra.

Así disfruté de esas 48 horas previas a la pesca, con lugares que me prometí volver a pisar, La Floridita, el Montserrat, el restaurant Hanói, el Malecón y la Calle Obispo, y como fumador de puros que soy, visitar la fabrica Partagas fue otro sueño cumplido… pero vamos a la pesca.

Los servicios fueron provistos por Avalon Fishing Center, únicos concesionarios de la pesca y buceo deportivo en la isla, esto me hizo temer, la no competencia suele generar productos mediocres, otro error de mi parte, desde que nos pasaron a buscar al hotel,
hasta que nos dejaron al final de la experiencia, todo fue impecable.

Cinco horas de micro, cruzando el corazón mismo de la isla, para arribar al puerto de Júcaro, desde donde partimos a bordo de “La Reina” hacia Boca Grande, el cayo 12 Leguas y el 5 Balas, camarotes cómodos con baño privado, salón comedor y un deck solárium donde los atardeceres se hacían interminables con las anécdotas del grupo,
siempre disfrutando de un buen mojito.

La tripulación compuesta por 3, el capitán, el ingeniero y camarero (alias Brillo), y el cocinero Clemente, un maestro... y nuestros 3 guías, Pedro, Keko y Leonardo. Le comentamos a los guías que ellos dispusieran si querían rotar, o pescar siempre con la misma pareja, siendo esta última opción la que prevaleció.

A mi compañero Esteban y a mí nos tocó en suerte Leonardo, el más joven, su trabajo fue excepcional, su pasión y entusiasmo nos avivaban aun más, siempre insistiendo: ”vamos a pescar” , “esperemos un poco más” aunque nuestros brazos ya no dieran mas,“mañana hay que arrancar más temprano”…y así cada día.

Luego de una travesía de unas horas en “La Reina”, nos juntamos con los skiff y la pesca empezó inmediatamente, primeras 3 horas por la tarde, nuestro bote: 8 tarpon, el mayor 20 libras, ya a esa altura, era un suceso… los otros botes con Gustavo, Homero, Flavio y Carlos también con buen número de capturas, la cena una increíble langosta y un pargo acompañado de diversas guarniciones fueron el broche de oro para ese primer contacto con el “plateado”.

Al día siguiente y luego que nuestros guías comprobaran que “podíamos” castear, salimos hacia los cayos más lejanos, escudriñamos los bajos y canales en busca de los sábalos y cada tanto ahí viene una mancha (nombre que le dan al cardumen) ¿la ves? Obvia respuesta: NO!.. A las 11 a 25 metros, espera, ¡ahora, ahora, espera, para, muévela!..Se asusto…así varias veces, de repente el mismo interrogante, ¿lo ves? A las 10 a 20 metros, están por pasar una mancha blanca (parte de arena), ahora si los vi, ponle la mosca 2 metros antes, espera, muévela y… no me acuerdo más lo que me dijo, solo escuchaba un zumbido, ni siquiera voces lejanas, lo vi tomar y salir como un rayo, los primeros 100 metros de backing fueron un suspiro, salta, corre, va, viene, se va de nuevo, uy! salta otra vez y otra y así pasaron 40 minutos, que fueron como segundos, la adrenalina me obnubila, no sé de tiempo, de temperatura, de sol, solo pido que no te escapes, la caña parece que va a estallar, el freno al máximo, los brazos prepean, pero el sábalo no se da por aludido, finalmente Leonardo lo toma por la boca… 80 libras de puro musculo, estoy tembloroso, sudado, exhausto, me rio a gritos, y tengo ganas de llorar al mismo tiempo, lo logré! estas en mis brazos, fotos, comentarios, luego al ver el video descubro que hago exactamente todo lo que me dicta el guía, caña a la izquierda, ahora a la derecha, abajo, suelta y adelante que salta, jálalo… sin las directivas de Leonardo, no creo que lo hubiese sacado….

Después vinieron más tarpones, barracudas, jacks, pargos, bones, snapers… como comentara Leonardo… a uds. los argentinos les gusta la “variada”, todas las especies son de una fortaleza temible, formidable, podríamos haber puesto más empeño en lograr un “Grand Slam”, pero dejo ese lucimiento para aquellos que realmente lo
disfrutan.

Dicen que la realización de un sueño o fantasía, deja un vacío, un ¿y ahora qué?, qué lejos está esa idea de la pesca del tarpon, no solo me hizo sentir realizado como pescador con mosca, sino que encendió nuevamente el fuego sagrado, la fiebre del “plateado”, ahora voy por las tres cifras, 100 libras o más, ¿dónde? En Cuba chico! Dónde si no… total 30 años no son nada.

Fernando
J. Gonzalez Vicens
Head Guide & Fishing op. Director
Hook & Gold Outfitters – Litoral Argentino

www.hookandgold.com