Y si hablamos de Dorados, el afán de pescarlos, y disfrutar sus acrobacias al mismo tiempo que nos sumergimos en un entorno silvestre, de aventura y esfuerzo, no podemos dejar de hablar del Río Juramento.
Hasta acá todo es muy pintoresco, pero el Juramento no se entrega así de fácil, no nos regala ni un centímetro, ahí no hay margen de error y no queda otra que “transpirar la camiseta”.
Fue así que, prestos a volver por la revancha después de que en nuestra primera vez en este fascinante lugar allá por el 2012, uno de los grandes haya estado prendido en mi caña #8 río abajo por mas de veinte minutos, y lograra zafarse en pleno cruce de un rápido ante mi atónita mirada, con el sabor agridulce de saber que se me acababa de ir uno de los dorados mas grandes de mi vida (sino el mas grande) pero no sin antes dejarme alucinado tras lo que fue una batalla realmente épica.
Y allá partimos con mi gran amigo Leonardo Leenen a flotar de la mano de Alejandro Haro y su excepcional equipo de guías, las aguas del legendario Río que eligió el General Manuel Belgrano para hacer jurar lealtad a la bandera a su ejército.
Flotamos tres días bajo las concretas, minuciosas, efectivas pero sobre todo experimentadas instrucciones de los guías de Juramento Fly Fishing quienes llevan más de veinte años recorriendo, pescando y protegiendo la zona.
Cada día de flotada es mas difícil que el anterior pero el entusiasmo de estar allá hace que la emoción y las ganas de dar con una de estas fieras puedan mas que todo.
La pesca se realiza flotando el rio, en balsas tipo catarrafts, casteando hacia la costa, tratando de meter la mosca entre las ramas, troncos, rasgones y accidentes naturales que produce la velocidad y caudal que lo caracteriza. Éstos obstáculos hacen que se formen remansos y pozones donde el dorado permanece acechando a sus presas.
Los motivos son lógicos, el dorado debe gastar la menor energía posible para comer, y la mejor forma que tiene es resguardarse de la corriente a la espera del alimento, pequeños peces que suelen ser arrastrados río a bajo.
En líneas generales, la idea es lograr ir leyendo el río y metiendo tiros precisos, cerca o dentro de los remansos y mendear la mosca para darle movimiento, antes de ser arrastrada por la corriente.
El sol, los gegenes, el ramerio, y la velocidad son algunas de las defensas que tiene “el Jura” para no entregarle sus lingotes de oro a cualquier pirata que le tire dos moscazos. El juramento no se rinde, te desafía y no te entrega ni un centímetro de más, ni un segundo para otro tiro, ni te perdona un error, cobrándose cientos de moscas que se lucen adornando la vegetación y el entorno del lugar junto con señuelos, cucharitas, boyas y líneas. Mosca colgada, prácticamente es mosca perdida, a no ser que tengamos un back roll bien aceitado o muchísima suerte.
En esta ocasión pudimos dar con los dorados pese a que el pique se hizo desear. Llegamos a Salta cargados de ansiedad y entusiasmo la noche del jueves luego de las dos horas de vuelo que separan Buenos Aires de Salta y de ahí emprendimos viaje hacia El Tunal donde nos esperaba Alejando y su familia.
No había tiempo para vueltas. El plan era concreto, cenar y a descansar ya que al día siguiente nos esperaba el desayuno a las 7: 00 a.m. y previa revisión de los equipos encararíamos la partida. Y así fue. La mañana se presentaba inmejorable, el cielo nublado aumentaba las esperanzas de una buena jornada. Tal como habíamos planeado, chequeamos los equipos y arrancamos.
Para el primer tramo de flotada la balsa guiada por Tommo Baxter ya tenía un lingote arriba que se prendió en la caña del amigo cordobés Lucas Savio, era una hembra que rondaba los 6 kg. Mientras que en la nuestra íbamos 2-0 abajo tras dos piques en la caña de Leo.
Al medio día parada obligada a deleitar las exquisiteces que Blanca nos preparó para poder afrontar la jornada y a seguir viaje. La segunda parte del día es bastante dura, el sol aprieta, y tanto el cansancio como la ansiedad juegan en contra. No obstante ello, cayendo la tarde, cerca de las 19.00 el equipo Cordobés vuelve a lucirse. Esta vez era el turno de Carlos Tello, a 2.000 metros del final de la primera jornada. Nuestra balsa cerraba el marcador con un 3-0 para los dorados.
Cansados -pero animados porque todavía nos quedaba un día y medio de flotada-, llegamos a la posada y tras deleitar una exquisita picada protagonizada por salames y quesos traídos de Colonia Caroya por la dupla Cordobesa y reordenamos el equipo para el día siguiente.
Es fundamental ir bien preparado. Como ya dijimos se pierden muchas moscas y es necesario contar con líneas armadas para no perder el valiosísimo tiempo de flotada. El río no te espera, y si no somos rápidos perderemos la oportunidad de poner nuestros engaños en los mejores lugares.
Al día siguiente el panorama cambió un poco, ya de temprano se lucía un cielo limpio y despejado, tal como el día anterior estábamos temprano camino al río. El primer tramo de flotada transcurrió sin grandes novedades. Almorzamos y arrancamos nuevamente.
Cerca de las tres de la tarde un destello amarillo ataca una mosca de Leonardo pegado a una empalizada, fue el momento de de Leo para lucir una clavada impecable. Una vez que el dorado está “prendido” es imprescindible seguir las instrucciones del guía.
Nuestras presas no sólo utilizan su fuerza y destreza sino que también buscan refugio entre los palos. Las corridas son incomparables, es muy importante prestar atención al reel porque cualquier tirón de más es pieza perdida. El final de la lucha se dá en un plano de piedras donde mi amigo logró hacer pié para por fin levantar una hermosa hembra de unos 5 o 6 kg.
La jornada cerró 1-0 para nosotros. En lo personal, mi marcador seguía en cero absoluto. La ansiedad empezaba a pesar mucho y tan sólo nos quedaba medio día de flotada.
Nuevamente a descansar y a reventarnos en lo que serian las ultimas horas de esta salida. En esta ocasión me tocó ocupar el frente de la balsa, lo que hacía que mis posibilidades de éxito aumentaran un poco.
Para este entonces no hacia otra cosa que desear un dorado al final de mi línea. Y así fue. Aproximadamente a las 11.00 de la mañana del tercer día y algo desprevenido logro convencer a un dorado detrás de unos palos. La emoción fue infinita. Pero como yá les dije….no todo es tan fácil en este río. Estábamos en una zona profunda y el guía no tenia donde orillar la balsa para poder pelearlo. La consigna era simple….”atento Diego que lo vamos a tener que pelear río abajo”. Los fantasmas de mi último fracaso río abajo se instalaban en mi cabeza, pero no quedaba otra. Unos diez minutos más de flotada río abajo con el dorado prendido. Disfrutándolo y sufriéndolo. Llegamos a una explanada y pudimos sacarlo, inigualable sensación.
El Juramento al fin y al cabo es como la vida. Hay que pelearlo hasta el último instante…entregarle muchas gotas de sudor…la pelea termina siendo contra uno mismo…pero es un río que recompensa cada instante de sufrimiento. Un río generoso para aquel que haga las cosas como corresponde. Un rio INIGUALABLE.
Gracias Diego D'Aversa!!