Por excelencia en la Patagonia argentina y, en menor medida, en otras regiones de nuestro país, podemos gozar de diferentes ambientes para la pesca de salmónidos a lo largo de toda su extensión, ríos de montaña, lagunas glaciarias, lagos, pequeños arroyos o los tan codiciados spring creek´s patagónicos; todos ellos describen la calidad de nuestros pesqueros y hacen de esta región un punto importante en el calendario de pescadores de todo el mundo.

Pero en el índice de todos aquellos ambientes de pesca de manual existe uno que es muy poco conocido y que, por varias razones, se convierte en el objetivo de los mosqueros, tanto por la condición técnica de su pesca, como por la sutileza y fino equilibrio que lo convierten en el escenario ideal para la “pesca fina” y, por qué no, el lugar indicado para buscar esa gran sorpresa por los tamaños que desarrollan.

Para comprender este ambiente, su formación, su gran impacto negativo en el ecosistema y su influencia en la pesca, hay que hacer un pequeño recorrido histórico.

Allá por la década del ´40 el gobierno argentino tuvo la brillante idea de introducir esta especie no autóctona a una isla, sin depredador natural. Fueron 70 parejas de castores destinadas a la cría con fines comerciales, tanto para el aprovechamiento de su carne y el desarrollo de un producto regional gastronómico, como la explotación de su cuero en el auge de las pieles naturales. Pasaron los años y aquellos escasos intentos de sacar provecho a semejante aberración para la naturaleza, no prosperaron. Como consecuencia de aquella intervención, hoy, en Tierra del Fuego, sufrimos un impacto negativo, creciente y exponencial en el ambiente natural. El castor se reproduce sin control, en desequilibrio por ausencia de depredador y se observa que incluso han ganado terreno en lugares no aptos para su desarrollo por sobrepoblación. Hoy se calcula una población de alrededor de 130.000 mil ejemplares y es considerado plaga, casi imposible de combatir a pesar de los esfuerzos del estado a través del área de Recursos Naturales provincial. El mayor daño es la modificación del bosque nativo (lenga, guindo, ñire), talados masivamente para abastecerse de alimento, pero fundamentalmente materia prima para llevar adelante sus magníficas obras ingenieriles, sus madrigueras y sus estanques a lo largo de todos los valles fueguinos, lamentablemente, inundados en su mayoría.

Entre tanto impacto, los pescadores de truchas somos de los pocos que, de alguna manera, podemos sacarle provecho. Utilizar el término “natural” es una paradoja en este sentido, porque si bien la acción de la introducción tanto de las truchas como del castor vino de la acción antrópica, la formación de estos ambientes y su nuevo equilibrio ya está en manos de la naturaleza. Un extenso tema de discusión que le pone palabras a las opiniones más diversas entre los pescadores fueguinos.

Las castoreras se pueden presentar de diversas maneras y darnos ciertas ventajas a la hora de establecer una estrategia de pesca. Como todos los ambientes requieren de observación y entendimiento.

Una de las ventajas que ofrece, es la de ser un gran obstáculo en el remonte de las grandes truchas migratorias que abandonan los lagos en su etapa reproductiva. Entonces, una de las acciones más acertadas es ir a buscarlas allí, donde pasan un buen tiempo buscando algún pasaje subacuático, o a la espera del aumento del caudal para poder remontar las pequeñas cascadas que se forman por desborde. En estas condiciones, la pesca se da mayoritariamente por irritación: se suelen utilizar patrones llamativos y atractores, y en menor medida sutiles imitaciones.

Otra de las ventajas es que forman verdaderas peceras y albergan truchas residentes que sorprenden por su tamaño, ya que viven en un ambiente tranquilo y repleto de alimento. Si las condiciones de Ph, turbidez, y oxigenación son las adecuadas, es posible obtener capturas tanto de trucha marrón, arcoíris como fontinalis, de tamaños superiores al promedio de cualquier otro ambiente. En este caso se utilizan pequeñas imitaciones de crustáceos, ninfas, emergentes, secas, e incluso pequeños alevines.

Suelen ser truchas muy astutas y voraces. Cuentan naturalmente, y por la característica de estas castoreras, con una intrincada estructura de troncos debajo del agua que proporcionan refugios y escondites ideales, pero que también vuelven muy técnica la pesca a la hora de realizar una captura. La trucha naturalmente tiende a ir debajo de esos troncos buscando refugio y es allí donde se producen la mayoría de las pérdidas.

El casteo y presentación significan un verdadero desafío para el pescador, ya que el bosque muerto y la gran densidad de ramas se convierten en impedimentos para desarrollar un lanzamiento abierto, bien desarrollado, y muchas veces nos obliga a recurrir a técnicas como roll-cast o spey single hand.

Las castoreras pueden estar emplazadas dentro del mismo cauce del río y representar un pseudo estanque, como también pueden estar asociadas a cauces secundarios, alimentadas por pequeñas desviaciones de un curso principal o algún pequeño afluente de montaña que les provee circulación de agua y oxígeno. Muchas veces la lógica nos hace descartar sobre todo estas castoreras secundarias, pero la maravillosa condición que tienen las truchas de conquistar nuevas aguas, hace que siempre haya una sorpresa en el lugar menos esperado.

Las castoreras en Tierra del Fuego representan un lugar distinto, llamativo y atractivo, muy propicio para la buena pesca. Digno de ser visitado.

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There are many excellent places for Trouts fishing in Patagonia Argentina, which makes this region especially attractive to many fishermen all around the world.

In Tierra del Fuego we can find quite unusual environments which makes great locations for sport fishing, not just for their technical conditions, but also for the considerable specimens it’s possible to catch.

A brief history of the natural environmental changes in Tierra del Fuego;

In the 40’s the Argentinean government introduced 140 beavers to the Isle of Tierra del Fuego with the economic purpose of exploiting the meat and leather of these creatures, and making of this a regional product. An enterprise that would hugely fail as years gone by, and would leave no result but a disastrous impact in the environment of Tierra del Fuego.

The consequences were hugely negative, as beavers have reproduced with no predators to control the overpopulation of this species, breaking the ecological equilibrium of the Isle.

Nowadays it’s estimated that there is a population of around 130.000 beaver specimens, which is causing a mayor change in the natural forest (lengas, guindos and ñires), wich produces, among other things, many floods on the valleys of Tierra del Fuego.

In spite of such negative ecological impact, we can say, conditions for fishing have improved, as beaver dams can provide better strategies to fishermen.

An example of this advantage is that beaver dams can be an obstacle to migrating trout, and it’s easy to look for them and make your catch near this places.

Another advantage is that beaver dams make “fishbowls” with large amounts of local trout where food is abundant, giving these specimens the right conditions to increase their sizes above average.

In these environmental conditions it’s common to use bait imitating little crustaceans, dry nymphs and even small fries.

These trout are very cunning and voracious. An as they have an intricate structure to hide, fishing here can be very technical, as trout seek shelter under the logs of the beaver dam.

Casting in this places may prove a real challenge for the fishermen, as the great density of branches force to resort to techniques as roll cast or single hand spey.

Beaver dams can be located within the riverbed, representing a pond, as also can be link to secondary channels, or a mountain tributary that provides water and oxygen. Representing a very distinctive and attractive place, perfectly suitable for fishing, and worthy of been visited.