Mel Krieger es uno de los mejores casters de los EE.UU. Hace unos años que viene al país, precisamente a Junín de los Andes. Este año, horas antes de regresar a su país, dio una conferencia en la peña de la Mosca, el día 17 de abril.
Ésta es la traducción de la misma. Tema: “Por qué la gente pesca”.


“Hace algunos años, en la Escuela de Pesca Fenwick, los instructores fuimos requeridos para que preparáramos una conferencia sobre `Etiqueta en el Río´. Pronto nos dimos cuenta de que etiqueta es simplemente reglas de conducta a seguir, y que estas reglas varían considerablemente en las distintas áreas, y aun, en los distintos ríos y lagos. Ustedes, los argentinos, por ejemplo, han implantado en la Boca del Chimehuin el sistema de rotación, que no es por cierto una regla universal.

Lo que realmente se nos estaban pidiendo y nosotros tratábamos de comunicar, era urbanidad. La esencia de la urbanidad en la pesca o en cualquier otra circunstancia, es simplemente genuina comprensión y tolerancia hacia el prójimo.
Para poder entender a otra gente, es imprescindible conocerse primero a uno mismo…

¿Por qué pescamos? ¿Por qué jugamos, nuestros pequeños juegos, para capturar eses criaturas del agua?

Evidentemente las respuestas a estos interrogatorios son personales a cada uno.
Esta noche sólo puedo proponer la pregunta, dar algunas contestaciones que tengo oídas por ahí, y compartir con ustedes algo de mi propia experiencia.

Primero, permítanme que les cuente una pequeña anécdota que revela cómo mi actitud ante la pesca cambió, evolucionó.

Hace quince años me dediqué a la pesca con mosca como maniático. Leía todos los libros y revistas que caían en mis manos. Empleé una considerable parte de mi tiempo en atar moscas y castear. Utilicé una injusta proporción de mi presupuesto familiar y compré todo el equipo que mis recursos permitían. Mi chaleco de pesca contenía de todo, desde reels y líneas extras a guías para identificación de insectos; avíos para reparar cañas, hasta suero antiofídico… ¡la bendita prenda debía pesar diez kilos tal vez! 

¡Si hubiera podido pescar el río con una caña en cada mano, lo hubiera hecho! Quería ser el pescador más eficiente. Además debo confesar que soy de esas personas que guardan lo mejor para el final, tanto como que el postre es mi plato preferido en las comidas, y la última hora del crepúsculo es la preferida mía para la pesca, por lo que siempre escojo un pool o una corredera para esa hora. Entonces rehago mi leader, ato la mosca elegida en el momento que llega la hora mágica, con la esperanza que sólo otro pescador me puede entender. Cuando ansiosamente doblo la curva del río, ahí, delante mío, está un `necio´ con lo que aparenta ser una caña de lanzar, arrojando un enorme peso al centro mismo de mi pool.

Mientras contemplo la marejada rompiendo en la orilla, y la cara de satisfacción de este hombre, él coloca su caña en una horqueta de un árbol… ¡lo odio! 

El no tienen ningún derecho de estar pescando en `mi pool´… no se lo merece ¡además no sabe pescar correctamente!

Afortunadamente, he madurado algo a través de los años, y en mis momentos más racionales comprendo que este pescador de la horqueta puede estar sacando algo de la pesca que yo envidio… ¡Su actitud era relajada y cómoda… mientras que la mía era de guerra! 

¿Por qué pescamos? 

No creo posible descartar una necesidad inherente a todos nosotros a cazar, de pesca, de capturar, y aún de matar nuestra pieza… tal vez una sensación de estar más incluido en el ecosistema del hombre… una actitud confortable… un retorno a la naturaleza. Agregando a ello el “macho” que se asoma tan frecuentemente cuando estamos en la naturaleza (outdoors), el lenguaje rudo, las armas, los cuchillos, las cañas, el límite de pez permitido, etcétera.

Yo creo que la mayoría de nosotros hemos tenido esa sensación alguna vez.
Con el andar del tiempo nos hemos sofisticado un poco.

Ahora, en lugar de llevar el cadáver de un pez a casa, llamamos a otro pescador para que lo vea antes de soltarlo en el agua, o tal vez con una cámara pequeña que llevemos le tomamos la foto…

¿Por qué pescamos? 

Robert Travers, en su TESTAMENTO A UN PESCADOR, dijo: “Pescar es soledad sin estar solo”.

¿No es una frase hermosa? Pescar es soledad pero es algo más también. Pescar es además, camaradería. Compartiendo la pesca con amigos puede ser, y es en mi experiencia, uno de los aspectos, quizá, más satisfactorios de la pesca.

La pesca puede ser un escape de todas nuestras responsabilidades y obligaciones de todos los días de nuestra vida. El trabajo, los compromisos sociales y aun nuestra familia y amigos, exigen mucho de la mayoría de nosotros, por lo que necesitamos ocasionalmente aislarnos, para que podamos tener muchos aspectos de nuestra existencia en orden. 

Pescar… ¿es competencia?

Sí, hay mucho de ello también. No sólo en los torneos de pesca, donde ello es obvio. Hay competencia aun entre nuestros amigos por el pez más grande, o por la mayor cantidad de pescados. Yo tengo un tío, con quien solía pescar en Texas. Pescábamos Speckled Trout (Weak Fisch) con camarones vivos. Tío Art siempre fue uno de mis amigos favoritos, pero era un súper competidor. Si en un día de pesca él pescaba dos pescados y yo uno, era un gran día, todo andaba bien.

Si en cambio yo sacaba 25 y él 24, entonces la excursión había sido miserable y nadie hablaría con Tío Art por dos o tres días…

Yo sospecho que hay algo de mi tío Art en cada uno de nosotros.

Pescar, es, de todas maneras, algo más. Es una de las pocas actividades del hombre donde la competencia no es necesaria, ni desafío, ni necesidad de actuar para terceros.

Caminar el río contemplando la lucha de la metamorfosis de una caddis y aun lanzando nuestra mosca con tan cómoda cadencia que uno secretamente desea que ningún pez nos perturbe son todos motivos simples y sin complicaciones de satisfacción que cada uno de nosotros puede lograr, ¡eso también es parte de la pesca! 

Robert Travers dijo que él pescaba porque a lo mejor algún día atrapaba una sirena… algo inalcanzable… y si aún la atrapáramos… ¡sería inalcanzable!

El misterio de nuestra pesca está, en segundo término, en la emoción del pique en sí.

Una vez pregunté a Jim Green por qué pescaba. El no sólo es uno de los mejores casters del mundo, sino que es un pescador muy versátil. Dio un salto y sin titubear me dijo: “Pesco porque cuando mi línea se desplaza en la corriente, y un pez toma mi mosca, es lo más emocionante que hay en el mundo”. 

Ciertamente, ese contacto con algo salvaje, y a menudo desconocido, es una parte muy especial de nuestra afición por la pesca. Esa conmoción, la aventura de nuevas aguas, tranquilidad, evasión, soledad, camaradería… quizás el secreto sea el conjunto de todo eso. Pescar es ser, es vivir la vida. Creo que pescamos porque todos los días nos creamos nuestro propio cuento de hadas, porque muchas veces atrapamos… muchos días nos encontramos… con nosotros mismos.