Fd: ¿Cómo fueron tus inicios como pescador?
DA:
Empecé a pescar aproximadamente a los 3 o 4 años de edad, mi papá era pescador de red y espinel además de caña con carnada. Teníamos una pequeña casita en Arroyo Seco, Playa Mansa, y una canoa de madera con un motor Villa con eje rígido y hélice. Después mi papá compró un Yumpa 5 hp; con ese y con remos cruzábamos el Paraná a la altura de Arroyo Seco. El tenía varios espineles que recorríamos diariamente, antes íbamos a pescar carnada para encarnar cada anzuelo de unos 30 o 40 que tenía el espinel.

Fd: ¿Cómo eran esas salidas de pesca en Arroyo Seco?
DA:
Salíamos temprano y yo iba en la proa de la canoa “La San Cono”, hacíamos lances con la red sobre el cauce principal de Paraná, sacábamos pescados y mi papá los vendía en la costa y entregaba lo que pescaba, que era mucho en esa época, a una pescadería en Rosario.

En la época que arribaba el pejerrey y las sardinas salíamos muy temprano con mucho frío en pleno invierno y tirábamos los “patos” o “barriletes”, una tabla de madera con un peso debajo a la cual se le ataba una soga o tanza gruesa, y a ésta unos 30 anzuelos cada uno encarnado con papel de cigarrillo plateado. Mientras mi Viejo largaba los patos, mi tío “Gordo” ya tenía la olla negrita al fuego con grasa y aceite junto a una parrilla; a las 6 de la mañana salían las primeras sardinas e inmediatamente pasaban por harina y a la olla de aceite hirviendo, es algo que cierro los ojos y recuerdo el sabor de las sardinas crujientes.

Pescábamos casi todos los días, salía del colegio y me iba a pescar con mi papá y mi tío Gordo, era espectacular pasar toda la noche pescando bogas, o algún surubí en el muelle del puerto de Rosario.
De viernes a domingos y fines de semana largo íbamos derecho a Arroyo Seco y ahí salíamos embarcados a pescar todos los días, todo el día.

Fd: ¿En qué momento te decidiste por la pesca con mosca, y por qué?
DA:
A medida que fueron pasando los años, empecé a pescar con equipos más livianos, pasando por el spinning con señuelos, empezando a pescar cada vez más pequeños arroyos cercanos a casa como el arroyo Monje y Pavón, iba mucho a pescar taruchas con ranas de goma, me encantaba.

Con el paso del tiempo, allá por el año 87, el bichito de la pesca con mosca me empezaba a llamar la atención, pero lo veía como algo fuera de lo que yo hacía; los equipos de pesca con mosca eran muy caros en esa época y no había la posibilidad de conseguir varias marcas. Un día tome fuerzas y un poco con vergüenza entré al local de Orvis en Rosario, había cosas espectaculares para mí, así descubrí que se usaban waders para pescar con mosca en los ríos del sur. Yo pensaba que algún día me iría a pescar esos ríos y me iba a poner unos waders, un sombrero de ala ancha, un chaleco y me metería en algún río de agua transparente a pescar (no sabía qué).

Me enamoré de mi primera caña, una Orvis TLS; imposible poder comprarla, mi viejo jamás me daría la plata. En ese momento conocí a Héctor Trape y me dijo “yo te voy a ayudar a que pesques con mosca”, pagate el curso para aprender que el equipo viene solo. Me enseñó a pescar en el piletón del Patio de la Madera mi primer gran maestro, Carlos Ingrassia, y con un poco de plata ahorrada y alguna ayuda de mis amigos logré comprar mi primer equipo.
Tenía una caña 8 Orvis TLS, un reel Batenkill con un spool, una línea de flote y una de hundimiento, un chaleco y un sombrero; ya era un mosquero.

De a poco empecé a ir a pescar a diferentes arroyos como El Monje y Carcaraña, a “Andino”, después vino Goya, Empedrado, Paso de la Patria y ya pasados unos años me fui a vivir a Bariloche.

Fd: ¿Cómo fue tu llegada a Bariloche y tus inicios como guía?
DA:
Fue en el año 95 que a dedo me iba a pescar al Ñirihuau y bajaba caminando todas las tardes que podía a pescar al Nahuel Huapi, recuerdo sacar mis primeras truchas sobre los paredones del hotel “La Cascada”, cuyo conserje era mosquero y me dejaba pasar a pescar al muelle del hotel. Después tuve la suerte de hacerme amigo del “Pechu”, patagónico como pocos, gran conocedor de distintos ambientes de pesca y enfermo de la pesca como yo, enseguida organizábamos para salir a pescar. Trabajábamos en una remisería, éramos choferes y cuando podíamos agarrábamos un auto prestado y nos íbamos al Limay, Brazo Rincón, Laguna Totoral, Manso, Hess, andábamos por todos lados, al poco tiempo se nos juntó “El Forto”, otro gran compañero de aventuras. Siempre recuerdo el primero de noviembre cuando abría la temporada y nos íbamos a pescar al Lago Steffen y a la boca del Manso, éramos 12 o 14 pescadores, 2 carpas, un solo permiso de pesca legal y varias fotocopias de las estampillas que pintábamos a mano para hacerlas lo más real posible por si venía el guardaparques, no teníamos un mango.

Al poco tiempo de estar viviendo en Bariloche conocí a mi segundo gran maestro de la pesca con mosca y un gran amigo, el “Pelado” Ricigliano, que nos enseñaba a atar moscas en su cueva en calle Gallardo en un primer piso con una mesa gigante cuadrada, había unas 4 morsas por lado y ahí nos juntábamos una banda y atábamos moscas.

Empezó a correr el año 97 y se me dio por hacer el curso de guía de pesca con mosca, y en el 2001 empecé a guiar.
No sabía cómo hacerlo y tenía un miedo terrible de llevar a pescar a dos personas, un amigo me pasó mi primera salida de pesca con dos ingleses, tres días de pesca; dos días al Limay y uno al Hess. En esa época tenía una balsa verde con un frame de madera de ciprés pesadísimo (el gusano verde le decían o el castillo inflable), tenía todo mi equipito prolijo pero la verdad era que no sabía qué tenía que hacer, mi amigo me dijo “quedate tranquilo, te voy a presentar a un guía conocido que te va a ayudar con esta salida y por ahí podés aprender de él mucho”, y sin dudas aprendí mucho de mi tercer gran maestro, Allan Whillintonh, un viejo inglés que la tenía muy clara, sobre todo en lo que a servicio se requiere para atender a un turista pescador.
Con Alan trabajé unas 3 temporadas, hacíamos salidas diarias de pesca para el hotel Llao Llao, fue ahí que arranqué con todo con esta profesión y de a poco seguí conociendo excelentes profesionales, personas y amigos.

Al poco tiempo, o creo que simultáneo, empecé a guiar en “La Cabaña Lodge”, una casa grande en el fondo del lago Puelo inferior en Chile, el dueño era un empresario de Bariloche al cual le caí en gracia y pudimos atender mucha gente juntos. Fueron tres temporadas en las que dividía mi trabajo en Chile y en Argentina. Recuerdo que en este lugar había una pista de aterrizaje que a veces llegaban algunos pescadores por ahí, una mañana llegaron 4 pescadores, uno de ellos oriundo de Rosario. Yo dije “Este es mío, yo lo guío”, el tipo nunca había pescado en su vida y era una persona bastante refinada, al pasar el día perdía pique tras pique uno seguido del otro, había truchas por todos lados, este hombre tiraba y no clavaba ninguna, las truchas mordían la Prince en anzuelo 12 y después de dos minutos este levantaba la caña y perdía el pique. Yo sentado en una piedra gigante que le decíamos la Piedra de Willy (casi se ahoga ahí Williams Reynal). Había millones de truchas y no lograba sacar una, era un pique errado tras otro; el tipo se da vuelta, me mira y me pregunta “¿Darío por qué no puedo pescar una trucha?” Y yo desde mis adentros le contesto “Porque sos un choto Maxi, un choto”. El tipo dejó su caña, me miró fijamente, se sentó a mi lado, prendió un pucho, se sonrió y me dijo “No podés ser tan sincero” jaja.

Fd: ¿Cómo siguió tu historia?
DA: Siguieron pasando los años y con mi amada mujer viajamos a Venezuela, la idea era estar 45 días relevando la costa venezolana buscando Bonefish y Tarpon, fue así que me recorrí gran parte del territorio venezolano pescando en lugares increíbles y tuve la suerte de generar un nuevo destino para agua salada. Luego vinieron varios viajes a Venezuela con colegas, clientes y amigos. Estos grupos los organizábamos con el Pelado Ricigliano y yo me ocupaba de toda la coordinación de los viajes en Venezuela, contrataba los hoteles, alquilaba una camioneta, los guías y esperaba a que llegara el Pelado con todos los pescadores en Caracas, de ahí nos íbamos a pescar a diferentes lugares, entre ellos Río Chico, Morrocoy, Tacarigua La Laguna, Los Juanes y muchos más.

En uno de esos viajes tuve la suerte de conocer al Gallego González, en ese entonces Head Guide de Estancia Alicura. Fue así que la próxima temporada de pesca de truchas me encontré guiando en la Estancia bajo las ordenes del “Gallego”, otro gran maestro, “La pesca y el clima pueden fallar, todo lo demás no“era su lema, no se le escapaba nada, estaba en cada uno de los detalles, siempre buscando la perfección del servicio, nunca faltaba nada, todo funcionaba como un reloj. Fueron 4 temporadas que guiábamos en diferentes ríos como el Caleufu, Limay superior y medio, Collón Cura, etc.

En ese entonces y ya con algunos años en mi haber de guía, recibí la propuesta de ser el Secretario de la Asociación de Guías de pesca del parque nacional Nahuel Huapi, nunca voy a olvidar lo que me dijeron “Gordo es hora que le devuelvas algo a esta profesión “. Esas palabras me pegaron duro y me dediqué de lleno a conseguir mejores condiciones, beneficios para los guías de pesca y cuidar las truchas del parque nacional, especialmente una debilidad por el Río Limay.

Recuerdo que se hizo mucho, hubo muchos logros, la Asociación era algo que yo llevaba en la sangre, lo sentía algo propio, sabía que de ahí se podían conseguir muchas cosas por el bien de esta profesión y para cuidar las truchas. Es una de las cosas que más extraño de Bariloche, la Asoc. de Guías de Pesca y trabajar por los recursos naturales relacionados con la pesca.

Fd: ¿Cómo fue la decisión de volver a Arroyo Seco?
DA:
Por distintas razones, especialmente económicas, cansado de no saber bien qué hacer en las épocas en que no se podía pescar en Bariloche y ayudado por la erupción del volcán Puyehue, un día de septiembre tomé la decisión de volverme a Rosario, mejor dicho a Arroyo Seco y empecé a hilar algunos cabos y tomé la iniciativa de crear un nuevo destino para la pesca con mosca de Dorados. Con el apoyo incondicional de mi mujer y mi familia, a fines de febrero de 2012, después de 18 años de estar viviendo en la Patagonia me volví al lugar que me dio mis primeros pasos en la pesca.

Qué fuerte fue encontrarme nuevamente con el Río Paraná, con los lugares donde iba a pescar con mi viejo, ahora a emprender una nueva vida más cerca de la ciudad, la gente, mis viejos, amigos incondicionales, mis hermanos y familia. ¡Volver a pescar y devolver! Donde en algún momento pescábamos para vivir, qué tema...

Fd: ¿Cómo fue ese reencuentro con el Paraná?
DA: Empecé a recorrer lugar por lugar donde iba a pescar con mi papá, muchos seguían iguales después de 20 años, en otros lugares la presencia masiva de la gente fue dejando su huellas. Muchos cursos de riachos cambiaron debido a la construcción del puente Rosario Victoria, pero la esencia del río Paraná, el delta y sus islas está intacta.

Me gusta recorrer cada arroyo, navegarlo y pescarlo de una manera diferente, para mí cada palo, estero o barranca tiene un pique, vivo con mucha pasión cada salida de pesca y trato de transmitirle eso a cada pescador que me viene a visitar a Arroyo Seco. Creo que algo se llevan a pesar de que la jornada no vaya del todo buena en cuanto a pesca.

Fd: ¿También das clases a alumnos allá?
DA
: Doy algunas clases de casteo, tengo unos pocos alumnos a los cuales les enseño a castear y pescar con mosca donde yo pescaba de chico, en el Arroyo Pavón antes de la cascada, en 50 a 100mts de este arroyo encuentro todas las situaciones de pesca que puede encontrar un mosquero en cualquier río de Argentina, sea para pescar dorados en Salta o truchas en el Malleo, entonces enseño a lanzar una mosca, a pescar con una seca, ninfa o streamer, a pescar con diferentes líneas; en mi Arroyo Pavón tengo correderas, pozones, palos, curvas, piedras grandes en el medio del agua y a veces alguna tararira; trato de trasmitirle a cada alumno lo que es para mí la esencia de la pesca con mosca, por suerte la mayoría capta eso.

Fd: ¿Qué es lo que te ha dejado la pesca con mosca?
DA:
La pesca con mosca y mi profesión son mi forma de vida y mi forma de ver las cosas, no me imagino haciendo otra cosa que no sea estando cerca de un río guiando. La pesca primero y después la pesca con mosca son lo que me ha dado todo en la vida: mis amigos, conocer lugares, educar a mis hijos y tener mi familia; es gracias a la pesca, es lo que mamé de chiquito, no sé hacer otra cosa bien más que pescar y guiar, amo guiar, pesco con la caña de mi cliente como si yo la tuviera en mis manos, disfruto un pique en la caña de mi amigo, lloro y me emociono mucho viendo las caras de felicidad de los pescadores que tengo la suerte de guiar cuando logramos la captura de un buen dorado o una buena trucha.

Hace unos años vino a pescar al Río Limay, hoy un gran amigo, José Luis ( Gino). Era un día gris frío de abril, casi lloviendo, teníamos pensado flotar desde la boca hasta la salida publica de Rincón Chico, salimos tipo 9, varias balsas y catas ya habían salido antes que nosotros, adentro mío sentí que era un gran día, no sé por qué. Llegamos como a las 12 al zanjón y no había nadie pescando, un rato antes le digo a José “hoy es un gran día, no tuvimos ni un pique pero hoy metemos el gran zapallo, mirá José, pasame que voy a revisar el leader y voy a cambiar la mosca porque acá en el zanjón metemos el zapallo en el primer tiro, vos meté un buen tiro debajo de los sauces que ahí la vas a meter. Y en el primer tiro sacamos una soberbia marrón como de 7 kilos, llorábamos como dos nenes, fue uno de los mejores momentos que me regaló el Limay. Gracias José Luis.

Fd: ¿Qué les dirías a todos aquellos que recién se inician?
DA:
A los que empiezan a pescar con mosca, la única forma de aprender es estando en los ríos y mojándose los pies, no importa si el equipo vale 100 o 10000, los pescados no eligen eso, la pesca con mosca premia a los pacientes, pescar con mosca no es sacar un pez del agua, es mucho más que eso. Intenten pescar más, que todo lo otro viene solo. Cuiden y trasmitan la pesca con devolución.

Fd: Unas palabras finales…
DA:
La pesca, la pesca con mosca y mi profesión me dieron la posibilidad de vivir de lo que amo y me apasiona, gracias a mi profesión y a los grandes maestros que tuve pude conocer casi todos los ríos y lagos de la Patagonia, muchos ríos y lugares de pesca de dorados, pude pescar en el mar, en la selva amazónica, en la selva venezolana y boliviana, en el Caribe, pesqué con mosca Dorados, Truchas, tarpon, bonefish, jack, permit, sardinas, pejerrey y hasta chanchitas entre algunas de las especies que recuerdo, puedo asegurar después de 40 años que pesco y 25 años que pesco con mosca que lo más importante que me dejó la pesca son mis amigos que he hecho en los ríos y las devoluciones que tuve de cada uno de los clientes que me ha tocado guiar, son las cosas más gratificantes que me ha dado la pesca con mosca y mi profesión.
Es difícil de explicar pero a veces abro una caja de moscas y siento algún tipo de atracción por alguna, es una mosca que me “llama”, se la ato al tippet de “alguien” y al primer tiro tiene un pique, creo que ese llamado me viene de alguien que ya no está y que sé que me acompaña en cada salida que hago, sé que Él está pescando conmigo ayudándome en cada guiada y fue el primero que puso un mojarrero en mis manos y me llevaba a encarnar los espineles, me hacía sostener la soga de las redes para que sintiera cuando entraba un surubí y es el mismo que me freía las sardinas en la arribada del pejerrey, a él le debo mi amor por la pesca, gracias Viejo, te debo lo que soy.

Más sobre Darío Arrieta y Arroyo Seco: aquí