Felipe Larivière, que murió a los 80 años después de una larga enfermedad, fue un amante de la naturaleza: conoció y amó la Patagonia como pocos y presidió la Administración de Parques Nacionales durante 14 años en dos períodos (1976-1981 y 1993-2000). Analizó las políticas de distintos países sobre manejo de parques nacionales destinados a salvaguardar territorios para el goce de generaciones futuras y protegerlos del avance de explotaciones comerciales.
En 80 años de la historia de Parques Nacionales ninguna gestión creó tantos parques como la suya en distintas regiones del país. En su último período aumentó los recursos por recaudación propia de 600.000 a siete millones de dólares; multiplicó los fondos oficiales asignados y sumó muchos guardaparques y brigadistas de incendios.
Su paso por Parques Nacionales no estuvo exento de fuertes polémicas y críticas cuando María Julia Alzogaray se desempeñaba como secretaria de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable.
Larivière marcó rumbos en la preservación de los recursos relativos a la pesca deportiva, otra pasión en su vida. Desde Parques Nacionales instauró -fue el primer país en el mundo en hacerlo- la modalidad de la pesca y devolución obligatoria cuando ésta era una práctica casi desconocida. Pionero en esta materia, marcó un camino que se asentó en el tiempo. Dedicó también tiempo, experiencia y afecto a presidir el Club Norysur de Pesca, que había fundado y presidido su padre, cerca de San Martín de los Andes. Dejó su conducción al asumir la función pública. Fue también fundador de la Fundación Vida Silvestre.
Larivière nació en Buenos Aires el 26 de octubre de 1932, hijo de Felipe R. Larivière Dose, nacido en París, y de Luisa Torres Duggan. Se graduó de abogado en la UBA. Estaba casado con Teresa Adrogué, con quien compartió 57 años de matrimonio. Sobrellevó duras pruebas -como la muerte de dos de sus cuatro hijos- sin perder el humor, la sonrisa, el amor por los ríos y las montañas del valle de Traful.
Sus padres pasaron vacaciones allí, con su hijo Maurice, en la estancia La Primavera, atractiva para los pescadores, a 80 kilómetros de Bariloche, en 1932, el año en que nació Felipe. Fascinado, su padre siguió pasando temporadas allí y pocos años después compró la estancia, que fue para Felipe desde chico un lugar de ensueño. Esa estancia fue vendida luego al empresario norteamericano Ted Turner.
Hombre afable, de memoria prodigiosa, tuvo muchos amigos a quienes atraía su cautivante personalidad.
El sepelio se efectuó en Jardín de Paz
Fuente: Diario La Nación 20 de junio de 2012.
En 80 años de la historia de Parques Nacionales ninguna gestión creó tantos parques como la suya en distintas regiones del país. En su último período aumentó los recursos por recaudación propia de 600.000 a siete millones de dólares; multiplicó los fondos oficiales asignados y sumó muchos guardaparques y brigadistas de incendios.
Su paso por Parques Nacionales no estuvo exento de fuertes polémicas y críticas cuando María Julia Alzogaray se desempeñaba como secretaria de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable.
Larivière marcó rumbos en la preservación de los recursos relativos a la pesca deportiva, otra pasión en su vida. Desde Parques Nacionales instauró -fue el primer país en el mundo en hacerlo- la modalidad de la pesca y devolución obligatoria cuando ésta era una práctica casi desconocida. Pionero en esta materia, marcó un camino que se asentó en el tiempo. Dedicó también tiempo, experiencia y afecto a presidir el Club Norysur de Pesca, que había fundado y presidido su padre, cerca de San Martín de los Andes. Dejó su conducción al asumir la función pública. Fue también fundador de la Fundación Vida Silvestre.
Larivière nació en Buenos Aires el 26 de octubre de 1932, hijo de Felipe R. Larivière Dose, nacido en París, y de Luisa Torres Duggan. Se graduó de abogado en la UBA. Estaba casado con Teresa Adrogué, con quien compartió 57 años de matrimonio. Sobrellevó duras pruebas -como la muerte de dos de sus cuatro hijos- sin perder el humor, la sonrisa, el amor por los ríos y las montañas del valle de Traful.
Sus padres pasaron vacaciones allí, con su hijo Maurice, en la estancia La Primavera, atractiva para los pescadores, a 80 kilómetros de Bariloche, en 1932, el año en que nació Felipe. Fascinado, su padre siguió pasando temporadas allí y pocos años después compró la estancia, que fue para Felipe desde chico un lugar de ensueño. Esa estancia fue vendida luego al empresario norteamericano Ted Turner.
Hombre afable, de memoria prodigiosa, tuvo muchos amigos a quienes atraía su cautivante personalidad.
El sepelio se efectuó en Jardín de Paz
Fuente: Diario La Nación 20 de junio de 2012.