Dijimos alguna vez que “La Boca” merecía capítulo aparte. ¿Por qué? Entre otras cosas, porque de ahí ha salido en estos últimos 20 años gran cantidad de truchas grandes con mosca.

Hay otras muchas bocas en el sur argentino, pero pocas tan adaptables a la pesca con mosca como la boca del Chimehuin. La boca propiamente dicha es donde se vuelca el agua del lago en el río; para los pescadores de Junín de los Andes es mucho más, va desde el lago hasta los Rápidos.

Dividida en dos, por el puente sobre el río, toma dos denominaciones: Boca Arriba y Boca Abajo, ya sea entre el puente y el Volcadero o del puente hasta los Rápidos. Los viejos conocedores del lugar pueden ubicar cada pique, ya por las piedras del fondo, por los árboles de la orilla o por referencia de algún grande que sacaron alguna vez o vieron sacar a otro. Personalmente tengo varios lugares en los que pesco con más insistencia porque he tenido más suerte tal vez, en ellos. También dicen que otros hacen lo mismo. Charles Radzivill, por ejemplo, pesca mas La Boca tirando para el lago, el Bebe Anchorena quizás se inclina más por el “El Run” (arriba) y por “los bushes” abajo. A mí me gusta mucho la piedra cuadrada (hotspot), arriba, los primeros bushes, abajo.

La Boca no es ni un mito ni tampoco infalible, es simplemente una pasión, o una enfermedad cuyo nombre lo dijo Brooks: “Boca Fever”.

Creo que no hay pescador, que al salir de los paredones del camino, ver la Boca y más allá el majestuoso Huechulaufquen, no vibre con emoción incontenible. El espectáculo es grandioso y cada vez que vemos ese trozo del Chimehuin, millones de esperanzas se encienden en el corazón.

No sé si a todos les habrá pasado, pero yo he soñado muchas noches de invierno con “ella”, es tan femenina como misteriosa y esquiva. El lago como marco, el Lanín como fondo y sus primeros trescientos metros, son una imagen difícil de borrar de la mente, confieso que la añoro y la extraño todos los días de mi vida. La Boca, meca y fin de todo pescador de Mosca. (Escribí este cuento hace diez años. Hoy la Boca no es lo que fue, por muchas razones, aunque siguen abundado truchas grandes.)

Pero no se hagan ilusiones, la boca tiene pescados enormes, tal vez fácil de pescar con cuchara, pero difícil, muy difícil con mosca. En pocos lugares se puede tirar “de arriba”, si uno no es un “caster” experto, y donde puede, generalmente el viento nos impide el tiro normal. Para pescar la boca hay que dominar el Roll Cast, el cambio de dirección y el tiro al revés.

El Roll debe ser el más necesario en la boca, lo usamos en el “lago”, “volcadero” y hasta la “vuelta” cuando sopla el viento fuerte y no se puede tirar la línea atrás. Boca abajo se usa casi en todo el recorrido y llegando a “los bushes” es la única forma de pescarlo.

El “Roll Cast” consiste en extender la línea hacia adelante y sacarla sin sacarla del agua. Parece muy difícil y sin embargo es muy fácil y se aprende muy rápido. Se saca línea y se deja flotar río abajo, se levanta la caña hasta pasar la vertical, muy despacio, dejando que la línea flote y “cuelgue” a nuestra derecha, detrás de la cabeza, la mano a la altura de los ojos. Con un movimiento hacia abajo y hacia adelante al mismo tiempo que dirigimos la puntera en la dirección que deseamos tirar. La línea se levantará del agua en una especie de circulo que rodará por la superficie en la dirección requerida. Con un poco de práctica lograremos inclusive cierto “shoot” con este método. No hay que forzar, pues la caña sufre mucho con este tiro.

Es tan indispensable el Roll Cast, que hace años, vino a pescar a Junín un americano, que debía ser campeón de casting, efectivamente tiraba lejos y bien. Lo acompañaba un gran atador de mosca, americano también, que sacó profusión de fotografías. Estando en la boca lo pusimos en un lugar óptimo, pero no se puede tirar de arriba. Este hombre luego de “colgar” varias moscas en los arboles y de apelar a todos sus recursos, enfáticamente anunció que no se podía pescar. Entonces entro el Bebe Anchorena con su Roll perfecto, colocó la mosca en la otra orilla. El campeón anunció que se pasaría el invierno en el lawn de su casa aprendiendo Roll Cast.

El Cast de revés es muy sencillo, aunque a muchos les resulta muy incomodo. Consiste en tirar la línea sobre el hombro izquierdo en lugar del derecho. Se usa muchísimo en la primera parte de la Boca abajo, ya que el tiro normal se engancha siempre en los arbustos de la ladera de la montaña. El secreto del tiro de revés está no en “sacar” la mano sobre hombro izquierdo, movimiento efectivamente incomodo, sino en lugar de sacar la punta de nuestra caña en vertical o inclinada algo a la derecha, se inclina esta en un angulo de sesenta grados sobre nuestra cabeza, a la izquierda, realizando el resto del tiro exactamente igual que con el tiro normal. Con este sistema se puede pescar prácticamente hasta “los bushes”, salvo con agua muy alta, que debemos recurrir al Roll Cast. Dominando estos tiros vamos a pescar la boca.

Para ir, todas las horas son buenas. Joe Brooks sacó su trucha de 18 ½ libras a las tres de la tarde de un día brillante y sin viento, yo saque mi mejor 6,900 a las 11 de la mañana entre bañistas y todo tipo de turistas, desde los que tiran al blanco hasta los que no saben ni prender fuego.

A medida que recorramos el río iré contando anécdotas y sucedidos. Supongamos que hemos llegado, cruzado el puente, bajado, mirado el agua, inquirido a los circunstanciales habitantes, por pique, peces y otras yerbas. Nos ponemos los Waders, armamos una nueve pies con línea flotante y nos dirigimos al lago, rumbo “la piedra de Radzivill”. Quedamos cincuenta metros a la derecha del Volcadero, esa tarde no hay viento, el lago (cosa rara) es un espejo, el sol colorado fuego se hunde entre los picos nevados del fondo, la nieve toma tintes rojos y anaranjados, el Lanín brilla como plata en la penumbra del atardecer. Al llegar al lugar elegido, el agua apenas nos cubre las rodillas, vemos a quince metros de distancia un “rise”, los círculos concéntricos se alargan en el agua mansa, nos detuvimos unos segundos, miramos hipnotizados el centro del circulo, unos segundos nomás, atamos una Skating Spider, de cola de ciervo atada por Paula Anchorena, dos “false Cast”, la mosca enorme se posa suave como un paracaídas en el agua, la dejamos un segundo y a tirones con la mano y con la punta de la caña empezamos a recoger, no ha patinado un metro en la superficie, cuando ésta se hace añicos provocando un fugaz arco iris que sólo vislumbramos, porque nuestros ojos están clavados en cuatro kilogramos de trucha marrón que voló unos segundos por el aire y cayó sobre nuestro Spider, levantamos prestos la punta, pero esta erró o no quiso tomar a pesar de que hemos sentido el pique. Después no subió más intentamos toda clase de moscas y de tretas. Relatamos el episodio porque aunque no sacamos el pez, la performance con la Skating Spider es todo un espectáculo y se repite a veces con éxito y otras como la que acabamos de narrar.

Seguimos caminando por las piedras de la orilla, llegamos a la “vereda” del otro lado. Esta formación rocosa es realmente notable, es una vereda perfecta aunque con algunos pozos, que hay que evitar porque son profundos. Aquí al mirar el lago recordamos otra tarde igual a la de hoy. Estamos con Silvestre Blaquier, que decididamente ha dejado la cuchara y se dedica a la mosca. Empuña mi “Ted Williams” nueve pies, tiene atado lo que él llama “la brocha”, es una “Platinum Blonde” atada por Philips. Está tirando bien, el doublé haul le sale perfecto, trae la mosca navegando a dos o tres centímetros debajo del agua con tirones cortos y rápidos, desde arriba de las piedras la vemos muy clara. De golpe aparece una sombra detrás de la mosca. Silvestre mantiene el ritmo, la trucha sigue la mosca a muy corta distancia, de repente abre su boca, y en un arranque a toda marcha la muerde, borbollón en el agua, un reel que entona su canción. Gran corrida de 60 ó 70 yardas, la caña es un círculo. Sin apuro, con gran maestría. Silvestre Blaquier no fue un gran caster, pero nadie como él supo pelear y agotar un pescado. En Traful lo he visto sacar salmones de cuatro y cinco kg. con una maestría sin par.

Hemos vuelto a la margen oeste del río y estamos haciendo Roll debajo del volcadero. Está oscuro, aunque no es aún noche cerrada. La línea al ser tomada por la violenta correntada se hunde bastante. Hay un par de segundos, entre los que la mosca cae al agua y nosotros iniciamos la recogida, en que perdemos contacto, cuesta ubicar la mosca en el agua. Al tensarse la línea, tengo la sensación de que se ha enganchado en las piedras de la otra orilla. Una trucha grande salta frente de mí, no la veo por la oscuridad, pero el ruido es importante. Mi línea sigue tirando río abajo; recojo lo más rápido posible. Me imagino, aunque no estoy muy seguro que el bicho que saltó está enganchado en mi anzuelo. Poco dura mi curiosidad; cuando la línea esta por enderezarse, un tirón seco y hacia abajo confirman mi sospecha. El pez tomó la mosca muerta y nadó contra corriente, cuando la fuerza del agua le clavó el anzuelo, saltó. El mismo salto y tal vez el tirón de la línea, río abajo, ya que no del pescador, lo desconcertó; nadó hacia la profundidad buscando refugio, y ahí tomamos contacto. Fue una lucha infernal. Muy hondo el pescado, una correntada fuertísima, la oscuridad, todo hizo que para siempre recordara yo esa trucha. Duró poco la lucha hacia abajo, al sentirse preso de ese bicho que se clava en su boca, como además de una fuerza oculta lo tira hacia arriba, optó por irse con la corriente. Primero con tirones firmes iba sacando de a dos y tres metros de línea, después corrida. Yo le ponía el máximo de presión para que pasara por mi lado de la “piedra cuadrada”, sino seguro que cortaría. Instintivamente la empecé a seguir. Superamos la piedra y estábamos en la media luna. Cuando llegué a lo hondo y tenía que subir a la orilla, tenía más de la mitad del backing afuera. A medida que caminaba, recogía; cuando salí me resbalé y por unos segundos la línea quedó floja. Cuando quise tomar contacto, recogía pero no sentía al pescado. Volvió a saltar. Esta vez oí el ruido atrás mío. Cuando la línea quedo floja, la agarro la corriente y en segundos “la panza” pasó río debajo de la trucha tirándola al revés lo que hizo que ésta volviera, río arriba. Esta accidental maniobra me favoreció; tomé contacto justo cuando el backing entraba en la puntera, de ahí en más fue fácil, no volvió a correr, yo me ocupé de no dejarla descansar. Para ello bajaba la caña paralela al agua y tiraba en dirección a la costa. De esta manera la presión sobre el pescado no es hacia arriba sino hacia el costado, no permitiéndole que use la fuerza de la corriente a su favor haciendo barrilete, y obligándolo a nadar con fuerza contra corriente para mantener su equilibrio. Por fin vino, con ayuda de una linterna. Silvestre se metió al agua y lo bichereo, peso casi 6 kg.; era un macho arco iris y el segundo más grande de mi haber.

En el pool redondo, donde ya conté que perdí uno muy grande, saqué mi primer grande con cuchara, y con mosca; aquel, hace por lo menos 25 años, no tiene mayor interés, el otro, sí. Fue el primer año que vino Joe Brooks, peso 10 lbs. exactas. Una arco iris, la saqué con un multiwing de Philips.

Bajo el puente saqué mi grande. Una marrón hembra, 6,900 kg., en el mes de enero a las 11 de la mañana, con sol radiante, rodeado de gente. Justo donde empieza la parte buena, después de la corredera. Había ido con americanos, a quienes les hacía de guía, mientras ellos tomaban un descanso y unos copetines bajo el manzano, yo fui a probar una caña Leonard, de nueve pies, de uno de ellos. Tenía atado un streamer blanco mediano, tirando con buen haul llegaba muy cómodo a la vereda de enfrente. Había un grupo de turistas con dos carpas en la orilla, se estaban bañando en el remanso de la corredera, justo atrás mío, hacían más ruido que una manada de búfalos. Ni pensaba en pique, así que traía la mosca muy rápido, como decía Sam Wagner, tal vez el mejor guía de la cordillera, “arando por arriba del agua”. De abajo de la cornisa de mi lado salió un monstruo, lo vi atropellar, tomar la mosca con ferocidad, después sólo recuerdo que fui molestado permanentemente por los bañistas que me rodearon, me hicieron demasiadas preguntas, hasta que me enojé y les pedí con duro lenguaje que me dejaran tranquilo. Los dos americanos estaban tan fascinados que no hablaban, pero me ayudaron a sacarla del agua. Me sacaron fotos, que nunca me mandaron y terminaron por cuerear la trucha para llevarla a EE.UU. y hacerla embalsamar. Supongo que debe estar congelada en alguna pared del hemisferio norte.

Llegamos así al pool del “tronco hundido”, Ahí sí he perdido varios grandes y he tenido muchos piques que no siempre fueron grandes. Varios he perdido en el tronco, otros por razones varias. El último, estaba pescando de noche y bastante oscuro. Como conozco la maña, estaba pasando la mosca varios metros río arriba del tronco cuando lo prendí. Ni bien pico, le hice la mayor presión posible para hacerlo pasar por mi lado del tronco, pero fracase. Dos veces lo traje bastante cerca del tronco, pero las dos veces se volvió a ir; entonces le pedí a Jorge Pando (h.), que estaba conmigo, que lo asustara tirándole piedras, con el objeto de hacerlo volver para arriba, pero se equivocó, en vez de tirarle adelante le tiró las piedras atrás, el resultado, perdí la mosca.

El último pool pasando “los bushes” (Hoy se denomina los “últimos bushes”.), es un pozón hondísimo con troncos sumergidos y corriente uniforme, subiendo la montaña se observa claramente el fondo. Hace años estábamos pescando con Bebe Anchorena ese pool; uno tiraba y el otro miraba, yo había atado unos Mickey Finn bastante grandes y los estaba usando; yo seguí recogiendo, mientras oía la descripción de lo que sucedía. Por ahí oigo: “Te toma, te toma, te tomo”, al mismo tiempo sentí el pique. En eso baja el Bebe y me dice: “¿sabes lo que pasó? Venia el grande siguiendo, del costado salió una más chica como una luz y le sacó la mosca de la boca, prácticamente al grande”. Cuando lo saqué pesaba 3 kg.

A pesar de todo lo narrado sigo con “Boca Fever” y en este momento tengo un ataque muy agudo del mal. El equipo apropiado para la boca es una caña semi-rigida de nueve pies con 100 mts. De backing y línea W.F. 7 flotante, y otro “apool” con línea W.F. 7 fast sinking. Usamos las dos indistintamente, paso a la línea hundida con preferencia temprano en la estación y cuando hay mucha agua.

Moscas: Bueno en esto hay mucho de gusto personal. Creo que las grandes 1/0 y 2/0 son las más apropiadas en el tipo “Blonde”. Yo tengo marcada preferencia por los “Muddler-Marabou“ negro y blanco, y las uso atadas en el anzuelo más bien chico Nro. 5 ó Nro. 6. También me han dado resultado el Muddler Minnow, la Big Hole Demon y las Multiwings.

En tipo secas es necesaria la Skatting Spider, lo más grande posible. Manu Acevedo no tiene dudas al respecto, con dos 6 kg, en su haber y varias más chicas. Yo he sacado más entre 2 y 3 kg. con las “Wulff” y también con el Black-Ant atadas grandes. Charles Radziwill hizo atar en Hardy en los dos tipos Black y Brown y me regalo algunas, eran del tamaño de un panadero; con ellas he sacado también, sobre todo de día, cuando se las ve saltar y comer en superficie, por lo general no son enormes pero siempre más de dos kg.

No crea que cada vez que voy a la boca saco, lo raro es sacar; la mayor parte de las veces vuelvo con las ganas, pero cuando se da, estoy seguro de volver o de perder una grande.

A propósito de perder las grandes, la mayoría cortan y en general se cree que cortan en la mosca y no es así. Tan frecuente es la cortada en la mosca, como en el primer nudo de la tanza. Como no hemos hablado de tanzas, lo haremos ahora. Soy un convencido de dos cosas: cuanto más larga la tanza y más fina, más piques se obtienen. Normalmente uso tanzas de un pie a dos pies más largas que la caña. Las tanzas las hago yo y uso nylon nuevo todos los años. En otras palabras renuevo todas las tanzas todos los años. Trabajo que realizo en el mes de noviembre y diciembre cuando la fiebre por irme al sur está por romper el termómetro.