Cumplida la primera etapa de la temporada de pesca de salmónidos, nuevamente debemos remitirnos a una serie de consideraciones que en la mayoría de los casos emanan de aspectos negativos.

Ésta es realmente una muy buena temporada en cuanto a pique se refiere. Especialmente el Nahuel Huapi y la boca del Correntoso han brindado resultados casi exuberantes. También el Paimún y el Huechulafquen ofrecieron buenas capturas. Otro tanto puede expresarse de Los Arces, donde el pique se afirmó aunque sin llegar a extraerse grandes pesos. Voceros fueguinos nos dicen que el Río Grande vuelve por sus fueros. Pescadores amigos que estuvieron por San Luis también volvieron contentos. De la boca del Chimehuin se registraron varias de cinco kilos y una de seis. Sin embargo, esta temporada hay mayores problemas aún. El buen pique duplicó la cantidad de pescadores que acudieron en esta primera parte, lo que agrava ese problema latente que es la escasa cantidad de guardaparques y sus limitados recursos para cumplir con su tarea. De esta forma fue posible ver pescadores troleando en el Paimún o en el Menéndez de Los Alerces. Ésta especialidad de trolling merece una atención especial. Por todos es sabido que lo que más anda es el caimán y la mayoría de ellos portan tres anzuelos triples, que hacen poco menos que imposible devolver la pieza en buenas condiciones. Por otra parte, con esta técnica bastante desprovista de atractivo netamente deportivo, se extraen demasiados reproductores por temporada. A esto debe agregarse que la mayoría de los pescadores respetan poco y nada la cantidad de piezas a matar por día y una extraordinaria proliferación de ahumaderos que facilitan el acto furtivo.

En una reunión concertada en Esquel, con pescadores neuquinos, rionegrinos y los locales, varios de ellos sugirieron la conveniencia de modificar la actual reglamentación. Se trataría de anular la posibilidad de seleccionar las cuatro piezas, devolviendo las más chicas. Se arguye que tanto en trolling como en spinning la mayoría de las piezas que se devuelven quedan en mal estado y mueren al poco tiempo. En realidad todos estábamos impresionados porque ese problema se había percibido pocas horas antes en el lago Rivadavia. Personalmente, sugería la posibilidad de exigir el uso de un solo anzuelo y mis dudas respecto a la reacción del pescador extranjero y aun del argentino que se llega hasta el sur mediante un gran desembolso económico. Respecto a la modificación antedicha, Antonio Torrejón, el actual director provincial de turismo chubutense, me observó que era muy escasa la llegada de pescadores extranjeros, apreciación muy correcta por cierto, pero sigo pensando en los argentinos que viven en zonas alejadas de la cordillera pesqueril. Definir mediante una reglamentación para locales y otra para turistas es una medida que se lleva a cabo en algunas zonas de otros países –según tengo entendido- pero evidentemente bastante odiosa. Se sustenta que el lugareño puede pescar toda la temporada. En fin, éste es un problema bastante arduo y complicado, que no se puede tratar superficialmente y que en gran medida podría ser soliviantado si la acción piscicultora fuera nada más que normal y además se tuviera en cuenta de una vez por todas la perentoria necesidad de volcar peces forrajeros en lagos y ríos sureños.

Otro aspecto que atenta año a año es la absurda posición de los organismos encargados de levantar represas en aguas argentinas. Pareciera un complot encadenado desde hace muchos años –recordar Dique Los Quiroga en Sgo. del Estero- cuya obra cumbre se inicia en Neuquén y acaba de promediar en el Chubut, porque seguramente no ha finalizado ahí: seguirá en Apipé y donde se construya cualquier represa. Ya es hora de preguntarse para qué están los ictiólogos y por qué los señores represitas gozan de inmunidad total, siendo ineludible y deliberadamente culpables, porque nada ni nadie puede sustentar, a esta altura del siglo, que desconoce el tema respecto al cambio ecológico que acarrean y que el turismo deportivo es potencialmente una de las mayores posibilidades de esta Argentina de ayer, de hoy y de mañana. En este avance desenfrenado que el hombre postula como “su” sociedad, entre guerras, intereses creados y plaguicidas, no es justamente el alimento el que sobrará en el futuro. Entonces ya no se trata de que no sea posible penar a pequeños furtivos y malos deportistas que atentan contra la fauna. Personas con caudal intelectual y técnico, que con su actividad profesional directamente eliminan un alimento sustancial como es el pescado, quedan inmunes y con letra de molde por haber levantado obras monumentales.