Con la consiguiente autorización para pasar por su campo - La Primavera - del señor Larriviére, nos dirigimos al pozón Del Campamento, llamado así por ser el lugar donde acampaban los empleados de piscicultura cuando realizaban las labores de sembrar salmones. Aquella mañana el río parecía más bonito. En sus aguas bajas y cristalinas se dibujaban las siluetas tan ansiadas, como formando batallón listo para pasar revista. ¡Y ya lo creo que lo haríamos! Es un espectáculo difícil de encontrar en otros lugares de los señalados para la pesca de salmónidos, esa perfecta formación de estos peces cuyas sombras - algunas descomunales - advierten al recién llegado que puede haber buena acción. He pescado en el Traful desde la Boca (ahora es zona de reserva hasta el río Minero) pasando por todos los pozones y correderas hasta llegar a Confluencia; inclusive lo navegué en todo el trayecto con alternativas difíciles de olvidar; pero el pool Del Campamento es distinto, es algo fuera de lo común, tanto que ningún justificativo es mejor que declararlo santuario, como es en la actualidad. En aquella época se pescaba en todo el recorrido de la Boca y los sucesivos pozones, así que, ante la contemplación a la que aludía más arriba, armar las cañas, colocarse los waders, y atar la mosca fue cosa de un instante. En la temporada invernal había leído muchos autores especializados en salmón encerrado (Salmón salar sebago), y me creía conocedor de todos los secretos de su pesca. Había colocado una mosca para aguas bajas, como indicaba mi autor favorito, Waddington, mosca llamada March Brown, que siempre utilizo para el comienzo. Había recorrido tres pozos sin mover un solo salmón; cambié por moscas más grandes, luego chicas de colores, en fin, todo lo que tenía encima pero siempre con la negativa de los bien presentes salmones. Salgo al final del pool sin tener una subida y me encuentro con un señor inglés muy entrado en años, con una caña de madera (green heart) de dos manos. Nos saludamos y presentamos. Su nombre Mr. Mallet, a quien cuento mis recientes experiencias y muestro todo lo utilizado. Me preguntó si la línea flotaba bien y luego observó el leader, del que opinó que además de corto era muy grueso. En aquella época usaba tanzas - así sigo llamando al leader - de 6 a 8 pies de largo (1,80 m. a 2,40 m.) de nylon, con 6 libras de resistencia en la punta.

Nos sentamos en la orilla y sacó de su bolsa un carretel de nylon de 4 libras y otro de 2, agregó en mi leader como 6 pies más con un final de 2 libras. Luego eligió entre mis moscas una muy chiquita, de “sea trout”, la ató y me dijo: “vaya y pruebe”. Al segundo cast prendí un salmón y me cortó. Até otra mosca igual y se repite el pique, y el corte, también en el primer salto. Me doy vuelta y algo perplejo y malhumorado le digo que así se me cortarán todos. Mr. Mallet sonrió y contestó: “Yo le dije que les haría tomar, no que los sacaría”. Pero a continuación entró en el río y obtuvo un ejemplar de casi 4 kilogramos que trabajó admirablemente con su larga caña de 14 pies de dos manos y su lanza de 2 libras. En la tarde completó tres piezas de 3 y 4 kilogramos mientras yo seguía cortando, hasta que aprendí el secreto de no bajar la caña, mantenerla en posición vertical, - perpendicular al agua - donde entonces la punta con su flexibilidad absorbe todo el trabajo. 

El salmón es un bicho extraño, nadie puede explicar la razón por la que pica, ya que en los ríos no se alimenta. Hay una gran bibliografía y paralelamente cientos de teorías. En la Argentina no existe salmón de mar, que remonta los ríos para desovar. El nuestro es una variedad de este, que quedó encerrada en el lago Sebaggo, perdiendo el ansia migratoria. Por eso se lo llama salmón encerrado. Los he pescado en el lago Nahuel Huapí, Melliquina, Traful, Curruhué Grande y los numerosos 1, 2 y 3 del sistema del lago Situación, y en los ríos Limay y Traful. 

El salmón puede llegar a “enloquecer” a un pescador bisoño. Se los puede ver, se les pasa la mosca por la boca, y no lo toman. Una vez, al final del pozón “Del Chorro” en el Traful, había uno colocado muy cerca de la orilla; crucé el río, y desde enfrente le pasé la mosca en todas las posiciones posibles para seducirlo. Finalmente regresé a su lado, y me coloqué río arriba, dejando ir la mosca con la corriente hasta muy cerca de él, la dejaba quiet, luego la movía, hasta llegué a tocarla con la mosca... y no se inmutó. Hay quien dice: si puede observar a un pez lo saca; quisiera verlo con un salmón que no quiere tomar. Además suelen reaccionar en forma imprevisible. Una vez en el “Pool Nº 4”, me subí a unas piedras altas para observar el pozón en la parte más profunda: había dos salmones regulares y tres truchas muy chicas. Crucé y al tercer lance obtuve un salmón; luego insistí y fue imposible hacer subir al otro, que parecía de mayor tamaño. Aburrido, decidí dejar descansar el lugar y fui a tomar unos mates. Al rato regresé, y con la misma mosca intenté varias veces hasta que, para acomodar el reel, hice un lance largo y dejé salir toda la línea, quedando la mosca muy atrás del salmón. Comencé a recuperar con el reel buscando dar presión y envolver bien la línea; la corriente había dejado la mosca prácticamente en la orilla: ¡Cuando de pronto veo salir como un rayo a la sombra, cruza el pool y toma la mosca...!

Son tan sorprendentes como peleadores; son los gladiadores del río. Hasta que no están “en seco” no estamos seguros de tenerlos, y cuando se entregan quedan exhaustos, “planchados”, tanto que se los puede tomar por la cola, favorecidos por su característica forma angulosa, sin necesidad de bichero o red. Son tan bravos que, frecuentemente, debemos seguirlos por la costa caminando muchos metros. Una vez, Joe Brooks tuvo que hacerlo con uno grande que lo llevó desde el pozón “Del Chorro” hasta el “Pool Nº 4”, distante unos 500 metros. 

“¿Cuál es el método para sacar salmones?”. “Cada autor tiene el suyo”. Me inclino por la línea de profundidad (Sin-King) y moscas grandes. Normalmente recupero lentamente, no muevo mucho la mosca. ¡Joe Brooks lo hace con mucha velocidad y saca pescado! El sistema lo crea uno con su propia experiencia; no se aprende en los libros. Con el mío hay algo que requiere un gran dominio, concentración y buenos reflejos. Como la mosca flota muerta a dos centímetros de la superficie, el salmón sube lentamente para tomarla sin tragarla inmediatamente, de modo que si “clavamos” es probable que saquemos la mosca de su boca. Entonces, cuando aparece el lomo oscuro o la cola en la superficie, hay que bajar la caña y dar línea, hasta que se dé vuelta para bajar al fondo nuevamente, momento en que recién se tensa la línea. Es lo más divertido de esta pesca y requiere concentración por ser opuesto a lo que se hace normalmente. He probado este método en truchas con buen éxito en aguas muy rápidas. 

El salmón de mayor tamaño que logré pesó 6,250 kilogramos, era una hembra, y fue en el pool “Del Chorro”. Pero el más divertido fue en el “Leonora”, en compañía de Joe Brooks. Tomó una mosca de regular tamaño, y velozmente, busco el centro del río, hasta colocarse a la altura donde en la costa hay una pared plana de piedra, y en ese lugar dobló y nadó en sentido perpendicular a la corriente, esto es, hacia la costa., y pegando un salto al llegar al paredón ¡golpeó fuertemente con la cabeza contra la piedra y se desprendió la mosca! El show valía la pena y ganó su libertad en buena ley. El siguiente pique fue algo raro, pues se entregaba fácilmente, cosa que no me gustaba nada; Joe, cámara en mano, deseaba una fotografía del momento en que lo tomara de la cola con la mano. Cuando lo toqué emprendió una alocada carrera, pero entre mis piernas, imprimiendo una curva peligrosa a mi caña. Con el agua en las rodillas, piso resbaloso y una línea tirante entre las piernas, no es muy fácil de cambiar de posición, sobre todo si hay que levantar una pierna para pasar por arriba de la línea. Finalmente, y en una coreografía graciosa lo logré, y 10 minutos más tarde lo tuve, mojé bien mi mano y agarré al esquivo salmón para que Joe tomara la instantánea.