¿Por qué pescamos? Igual que muchos, no sé contestar. Sólo tengo algunas impresiones que me cruzan la mente, fugaces; esa imagen de mis antepasados, de quienes heredé el instinto de la pesca, la caza y de la cosecha, más fuerte éste en la mujer; esa necesidad de captura siempre inquieta, tan pronto satisfecha como olvidada para buscar otra vez aquel momento sumamente excitante en que el pez engañado y clavado nos obsequia el placer sensual de la pelea, de su rendición, de la posesión física cuando lo abrazamos rebosante de vida como un cuerpo, un músculo potente, un muslo:


¨Sus muslos se me escapaban

como peces sorprendidos

la mitad llenos de lumbre

la mitad llenos de frío¨                      Federico García Lorca


de Guy Roques