Lo más novedoso que existe en materia de moscas artificiales y, ¿por qué no decirlo?, lo único revolucionario que ha aparecido en muchos años. Esto es la “Keel Fly” (mosca de quilla). El inventor de esta “mosca revolucionaria” no fue siquiera pescador, fue el norteamericano Ricardo Pobst, que solía llevar a su hijo a pescar a una lagunita cercana a su casa. Dicha laguna tenía el gran inconveniente de tener una espesa cobertura de yuyos donde el joven Pobst pasaba enganchado con su mosca. Papá Pobst, en busca de una solución del problema, inventó y patentó el “Keel Hook” (anzuelo de quilla) que tiene la pata torcida. El resultado es que una mosca armada sobre este anzuelo tiene su centro de gravedad muy bajo y navega con la pata por abajo actuando como quilla y con la punta del anzuelo dirigida hacia arriba. Esta construcción hace que sea prácticamente imposible que la mosca se enganche en troncos, yuyos, etc., y pone en posesión del pescador un arma que le permite pescar en situaciones que antes le eran imposibles.

Los anzuelos son obtenidos en los números 2, 4, 6, 8, 10, 12 y son aptos para uso en la preparación de streamers, moscas mojadas, moscas secas y ninfas. ¿Cuáles son las ventajas de este tipo de moscas? La primera y más obvia es la que sugirió su invención: no se engancha en juncos, yuyos, etc., pero se puede también pescar mucho más cerca de troncos caídos (donde siempre hay truchas), pescar una ninfa virtualmente arrastrando por el lecho del río sin temer enganches, o bien en ríos bordeados de arbustos, árboles, etc., con menor posibilidad de engancharse en las ramas. Y hay otra posibilidad que no hemos podido probar todavía, pero que tenemos la firme intención de probar en la presente temporada. Estamos pensando en el Río Grande de Tierra del Fuego- allí hay sitios donde el río corre entre pequeñas barrancas de más o menos dos metros de altura y la trucha suele, frecuentemente, estacionarse junto al fondo de la barranca. En este tipo de sitio es difícil pescar bien, porque la fuerza de la corriente arrastra a la mosca inmediatamente al caer ésta al agua. Pensamos que, si hacemos nuestro cast del otro lado del río para que la mosca caiga en tierra firme arriba de la barranca, y entonces, con un pequeño tirón la hacemos caer al agua (no hay peligro de engancharse en la barranca), la línea suelta resultante permitirá que la mosca derive por lo menos un par de metros antes de ser arrastrada por la corriente. Esperamos que la combinación de la mosca cayendo suavemente, casi en la boca de la trucha, y los metros de deriva proporcionados por la línea suelta produzcan los resultados deseados. Veremos. Es de destacar que, aunque mencionemos el Río Grande en esta conexión, deben existir miles de sitios con similares características.